miércoles, noviembre 19, 2008

por: DIEGO FERNANDO SANCHEZ VIVAS

diegosanchezvivas@hotmail.com

Emergencia social

Hace algunos años, el extraordinario catedrático autodidacta de la Universidad del Valle ya fallecido Estanislao Zuleta, escribía un muy lúcido ensayo " Elogio de la Dificultad" en el que planteaba esa tendencia por desgracia muy nuestra de buscar afanosamente el ideal de la vida y de la felicidad con el menor esfuerzo posible, una vida fácil, cómoda, una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación. Adquiere una enorme vigencia lo contenido en dicho ensayo, a raiz de lo sucedido con el desmoronamiento de las llamadas " pirámides", cuyo fenómeno tiene al país en una coyuntura económica muy complicada, pues son miles de familias las que centraron sus expectativas de vida y sus esperanzas de superación en un metódo tan indescifrable como impredecible. Lo cierto es que el fenómeno de las "pirámides", es multicausal, y empieza por supuesto con la falta oportuna de control por parte del Gobierno Nacional,la voracidad insaciable del sistema financiero colombiano, el acceso imposible de estratos populares a créditos bancarios, altas tasas de desempleo, pocas oportunidades laborales para la gran mayoría de colombianos, y en general un sistema socioeconómico que privilegia la desigualdad social y la concentración de riqueza. A manera de ejemplo, el sistema financiero colombiano recaudó el año pasado más de seis billones de pesos de ganancias y utilidades, mientras tenemos niños que literalmente se mueren de hambre en el Chocó y en la Costa colombiana. Es eso Justo? Pero además de estas circunstancias, debemos reflexionar sobre qué nos lleva a aventurarnos a depositar toda nuestra confianza en métodos inciertos. Estanislao Zuleta menciona en el ensayo citado: " Hay que poner un gran signo de interrogación sobre el valor de lo fácil; no solamente sobre sus consecuencias sino sobre la cosa misma, sobre la predilección por todo aquello que no exige de nosotros ninguna superación ni nos pone en cuestión, ni nos obliga a desplegar nuestras posibilidades". Cómo nos ha hecho de daño ese nefasto convencimiento errado de la seudocultura del atajo, del predominio del avivato, del pícaro, cuyas sombras atávicas se remontan a la época de la conquista cuando desde el otro lado del mar, vinieron a saquear oro y metales preciosos de América, y que se afianzó con el auge del narcotráfico el cual traía implícito el mensaje al imaginario colectivo de las riquezas inconmensurables en muy poco tiempo y sin el menor esfuerzo. Se requiere entonces más que medidas de emergencia tardías e injustas, una reforma profunda al sistema financiero, un régimen socieoconómico más justo, más oportunidades laborales, pero ante todo un cambio profundo de mentalidad, privilegiar el esfuerzo y el trabajo como fuente de riqueza y bienestar.

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