domingo, octubre 14, 2007

Concurso, guadua y artistas

Por: Lucy Amparo Bastidas Passos


En Popayán desde hace cuatro años existe un grupo de ciudadanos que trabaja por la protección del patrimonio ambiental en Popayán y la región; están congregados en el Movimiento Ambiental del Cauca Los Guayacanes.
Este Movimiento con apoyo de la Sociedad Colombiana del Bambú organizó el Tercer Concurso de poesía ecológica y del paisaje de la guadua y otros bambúes, que tuvo gran acogida pues participaron 367 poetas con más de 1000 poemas, de los cuales el 51% se dedicaron al bambú. La premiación de los ganadores será a finales de noviembre.
En Colombia el bambú es un tema nuevo en concursos de poesía, no obstante que en nuestro país hay más de 100 especies nativas de bambú, entre las que se destaca nuestra bella y elegante guadua. Sin embargo la mayoría de la gente cree que la guadua y el bambú son diferentes, pues desconoce que la guadua pertenece a la gran familia de los bambúes, siendo la guadua un género de esta familia, y se clasifica como un bambú gigante y leñoso, es decir, la guadua es un bambú. De allí que este concurso además de estimular la conciencia ecológica ha sido útil para que la gente se informe sobre esta gramínea que es uno de los emblemas nacionales de nuestra cotidianidad: la guadua.
Se convierte así este concurso en el primero que se realiza sobre bambú. Es sorprendente la sensibilidad que despierta el bambusal de guadua que adorna paisajes, que ayuda a mantener los causes de ríos y lagunas, que protege los suelos y captura CO2, que alberga una variedad de fauna y flora, y hoy como en el pasado es un soporte en la artesanía y la construcción, que arquitectos han posicionado en el interior y exterior del país con hermosas y resistentes edificaciones con guadua.
Otro aspecto a resaltar del concurso es que el Movimiento Ambiental Los Guayacanes como no es una ONG, ni una fundación ni tiene tendencias políticas o religiosas, ni cuenta con apoyos económicos, y en vista de que muchos empresarios o entidades son duros para soltar la platica para este tipo de eventos culturales, recurrió a los artistas de la región para que donaran una pintura, escultura o libros para entregarlos como premios a los ganadores del concurso, y no obstante la precaria condición económica de algunos artistas, ¡ninguno de ellos se negó! Conmovedora la solidaridad y generosidad de los artistas caucanos con el arte nacional.
Coletilla: La persistencia de los ciudadanos en Popayán ha logrado que los Ministerios de Ambiente y de Cultura hagan un llamado a la Alcaldía y a Fonade para que oigan a los ciudadanos que piden que se realice una Audiencia Pública, para socializar ampliamente el proyecto de intervención en el parque Caldas de esta ciudad. Esto indica que el esfuerzo de participar sí vale.

Balada de colegio

Por: Juan Carlos Pino Correa

Me emociona recordar que yo estudié allí, en aquel colegio que, según he leído en El Liberal, celebra ahora 55 años pero que ya no se llama como en mis tiempos.
Estudié allí y no puedo olvidar que hasta el largo túnel penumbroso ubicado entre las aulas me perseguían los temores de niño pueblerino y que hacían que a veces me ensimismara cuando era el momento para un derroche de locuacidad que, por supuesto, yo no tenía.
No hacía mucho había llegado a Popayán y me parecía fascinante que mi mundo cambiara ya que la ruptura parecía entrañar otro horizonte esplendoroso cubriendo las calles, las casas y los espacios por recorrer. Antes, en mi Almaguer natal siempre había pensado que una ciudad era todas las ciudades y que estaba colmada de magia, dulzura y esperanza, más que de dolor. Ingenuo yo. En esas circunstancias, ir al colegio (a la Normal de Varones, decíamos entonces), era como una apasionante aventura diaria que se iniciaba en la Plaza de Toros con la proeza de colgarse del abarrotado bus ruta dos (Chuni, o Chuny, o Chune, rezaban indistintamente los letreros) y en el que iban también las estudiantes de la Normal de Señoritas. Mientras duraba el apretujón (y eso ocurría hasta dos paraderos más allá, donde ellas se bajaban) todo valía la pena: miradas coquetas, fugaces charlas, saludos cómplices, sonrisas que incubaban un noviazgo inminente.
Las clases las recuerdo como el escenario feliz para desmitificar el mundo: Osorio mostrando los caminos de la filosofía, o Tarcisio, Henry y Roger haciéndonos devanar los sesos con las matemáticas. Y muchos más. A menudo también despertábamos la ira del profesor Gaviria, rector grave y serio, o las sonrisas del “vice” Ruperto Lasso, pero ambas eran travesuras apenas. La práctica docente era cuento aparte, unas veces satisfactoria y otras dolorosa, colgada de los trasnochos por la preparación de clase o la elaboración de carteleras para enfrentar en la mañana siguiente a esas fieras siempre indomables, siempre distraídas y siempre bulliciosas que eran los niños de la Anexa o de La María.
En aquel colegio me enteré del Nobel de García Márquez, un jueves de octubre, y allí viví muchos de los cambios que trajo el terremoto del 83. La ciudad crecía. Y yo también. Entonces me distraje en clase pensando en alguna adolescente que me halagaba con su cariño o me hería con su desamor, mientras por la calle quinta trasegaban fantasmas extraviados, tristes o derrotados ante inclemencias ignotas.
Luego el tiempo pasa y uno no vuelve para no convocar nostalgias. Hoy, el colegio ya no es el mismo, pero me alegra saber que sigue ahí, como un faro de luz en el occidente de la ciudad y como una puerta abierta hacia nuevos mundos.

Popayán vivirá un ‘gran concierto’

Todos a escuchar La Mega
POPAYÁN. EL LIBERAL, 14 de ocubre 2007

Se acerca uno de los espectáculos más esperados en la ciudad, del que ya jóvenes y adultos hablan y el que Popayán no se quiere perder.
El concierto de La Mega con artistas de Nuestra Tierra es sin duda alguna el más importante del año que se realice en la capital caucana.
Todo, “porque es complemente gratuito para payaneses y caucanos y qué mejor que con artistas de talla nacional. Algo que nunca se había visto en la ciudad”, comentó Andrés Agredo, Director de La Mega Popayán.
Por primera vez compartirán tarima en el estadio ‘Ciro López’: Julio Nava, Farina, Verónica Orozco, Kema, Mariano Cívico y Ramiro Padilla y Oscar Bonilla.
Además de ellos, también subirán el ánimo Latino, Jockey, Sandra, José y Joel, Nuevo Imperio, Sínkopa, Santo Remedio y Juventud Vallenata, entre otros.
Aunque las boletas no tienen ningún costo, los amantes de la ‘buena música’ deberán adquirirlas escuchando la ‘emisora juvenil’, pues a través de los recorridos de la ‘Megamóvil’ y de las llamadas a la ‘Megalínea’, los interesados podrán acceder a los pases de entrada.
“Este concierto va a marcar un punto importante en la realización de eventos en Popayán; no se puede negar que los empresarios se han esforzado por traer buenos artistas, apoyándose en la empresa privada y en algunas oportunidades de la empresa pública, pero hay veces nos quedamos cortos por el miedo a la respuesta del público”, anotó el Director.
Y es que para Andrés Agredo, Popayán no solo puede crecer en población, en los aspectos económicos y comerciales sino en el FM de la radio y en los eventos, ya que la sana diversión también hace parte de la dinámica caucana.
Con esta presentación musical se le quiere demostrar al país que la ciudad está preparada para recibir artistas de trayectoria.
Será un espectáculo que servirá de vitrina para que los de afuera miren la capital del Cauca como el lugar que necesita crecer y que está para grandes eventos.
Causa alegría que los padres de familia estén respaldando a sus hijos menores de edad porque son ellos quienes “se han comprometido a llevarlos y a estar pendientes de los pequeños”.
Hasta el jueves 18 de octubre La Mega estará entregando tickets, ya que el 19 se efectuarán los ajustes de la entrega total de boletería.
Las puertas del estadio se estarán abriendo a las 3:00 p.m.
de la revista SEMANA.COM

Marco Antonio Valencia Calle dice que los electores nos enfrentamos a la difícil tarea de elegir como mandatarios personas inteligentes, con ideología, estudiosas y honestas; o a lobos vestidos de ovejas que buscan lucrarse del poder para arreglarse la vida robándole al Estado
Por Marco Antonio ValenciaFecha: 10/13/2007 -1328


Dice la historiadora Diana Uribe que la política y el poder corrompen el alma; y lo dice porque históricamente los mismos políticos se han labrado su propia mala fama sacando lo peor que existe en los seres humanos cuando ejercen el poder. Hablamos de codicia, desvergüenza, vanidad, indiferencia, debilidad, jactancia, irresponsabilidad, hipocresía, envidia, revanchismo y mentiras de todas las especies, entre otras bajezas. Y como ha sido tradicional en nuestro país que cualquier aparecido, analfabeto y con plata pueda ser candidato, la nobleza de la profesión política se volvió politiquería y demagogia. La politiquería entendida como las intrigas y las infamias que se cometen en los escenarios políticos, y la demagogia, como la obtención del apoyo popular mediante fruslerías, promesas dolosas y palabrería barata. Entonces, llegado el tiempo de elecciones, los electores nos enfrentamos a la difícil tarea de elegir como mandatarios a personas inteligentes, con ideología, estudiosas y honestas; o a lobos vestidos de ovejas que buscan lucrarse del poder para arreglase la vida robándole al Estado, que muchas veces son los dineros que ponemos todos los ciudadanos a través de los impuestos.

Y no la tenemos fácil, porque en época de elecciones tanto políticos de buen talante como politiqueros se anuncian por igual. La publicidad está llena de candidatos que dicen ser honestos, tener capacidad de gestión y experiencia para el cambio. De cuñas radiales que divulgan a personajes amigos del pueblo y a representantes legítimos de todos los grupos sociales. De pasacalles con frases que afirman que unos y otros son la última esperanza, el verdadero cambio y la renovación total. De alocuciones con promesas que anuncian trabajar sin descanso, ejercer verdadero control político y atacar de frente la corrupción… acompañadas de rostros sonrientes, unas manos amigas, música agradable y colores cálidos. Siempre ha sido así. En campañas electorales, aspirantes buenos y malos se desgranan en desparramar palabritas melosas y propuestas de oropel sin restricciones, pero al final, a la hora de la evaluación, suele pasar lo de siempre, no cumplen con nada y vuelven las frustraciones. Luego, salen con cuentos como el del “sistema perverso”, que no los dejaron jugar, que todo estaba amarrado de antemano, y que necesitan ser reelegidos para cumplir. Y muchos electores, a veces cándidos e ilusos, volvemos a creer y votamos de nuevo por los mismos con las mismas. Es una paradoja, una obra de teatro que se repite y se repite como un círculo vicioso, y no aprendemos. Lo que quiere decir que para dar nuestro voto de ciudadanos inteligentes, responsables y honestos, tenemos que revisar las hojas de vida de nuestros candidatos para que cumplan algunas cualidades mínimas, como por ejemplo: una honradez no mancillada (que se traduce en cero problemas en cargos anteriores); una oratoria con argumentos reales (que no nos vendan mentiras ni emociones falsas); que sepan de leyes y gerencia estratégica (los analfabetos no salen con nada y nos llevan a retrocesos históricos); que tengan sentido social y experiencia administrativa (los líderes espontáneos son un fracaso en la política); pero sobre todo, que tenga apoyos políticos nacionales, regionales y locales, para que le acompañen, aprueben sus iniciativas y ayuden a conseguir los recursos. En perspectiva, la publicidad no puede ser el referente para elegir candidatos porque corremos el riesgo de entregar nuestro voto a mentirosos profesionales. No sobra recordar a Bernard Shaw diciendo que “la política es el paraíso de los charlatanes” (que, sin ofender, sólo buscan aterrizar la inocencia de los nuevos electores y mitigar los daños colaterales que causa el perder la fe en los políticos que nos mienten y representan); o sentencias parafraseadas: “¿qué mentiras quieres y te diré por qué político tienes qué votar?”, “¿de qué color quieres la risa y te diré cuál partido tiene las mejores promesas?”, que sólo buscan ponerle un toque de humor al asunto, sin perder el sentido y las proporciones de la triste realidad: La política es un oficio tan duro, que a veces una palabra o una mentira bien dicha hacen la diferencia. Otras personas con una mirada distinta sobre la realidad podrían sostener que votar a un candidato serio o un charlatán da igual, al ‘sospechar’ que la democracia es un teatro manipulado por grandes poderes económicos a través de los medios de comunicación, y afirmando que nada esta en la voluntad y la seriedad del candidato a la hora de enfrentarse con la tradición política que nos precede. La costumbre ha sido que todos los políticos y grupos políticos terminen siendo víctimas de sus propias expectativas; y nosotros, los electores, los grandes perjudicados frente a tantas promesas y sueños manifiestos. Entonces, no sobra afirmar que las promesas de un político en elecciones hay que tomarlas con beneficio de inventario, como dicen los abogados. Porque aunque de la charlatanería a las argumentaciones hay mucho trecho, no es fácil saber cuándo estamos frente a una farsa o a un tema serio. Aun así, sería bueno desconfiar de los discursos melodramáticos en tarima, las alocuciones de profetas díscolos, las opiniones ligeras, los terroristas de la lengua, los falsos historiadores, las disertaciones mesiánicas, los payasos presuntuosos y de los candidatos que, a través de sus disertaciones, se creen dueños de las únicas verdades reveladas en este mundo. Las excepciones a estas vergüenzas tradicionales las encarna, por supuesto, un grupo de candidatos y políticos con discursos serios que venden no sólo expectativas, sino programas reales. (Yo no sé dónde están, pero seguramente los hay). La otra cara de la moneda tiene que ver con muchos electores a los cuales no les disgusta que sus candidatos mientan porque en realidad allí esta lo divertido de una jornada electoral (ver charlatanes en vivo nos hace olvidar el dolor de la patria y los problemas que nos rondan); y por supuesto, el espectáculo nos adormece la conciencia como la televisión, nos alborota la adrenalina como el fútbol, y hasta nos devuelve la esperanza como el chance y la lotería que soñamos con ganar. Entonces, nos proponen que frente a tanta charlatanería y vanidad de esa multitud de políticos y politiqueros en contienda (además del compromiso ciudadano de votar inteligentemente), nos dediquemos a jugar al detective desenmascarando discursos mediocres, o simplemente a divertirnos viendo y escuchando la seriedad con la que muchos candidatos nos prometen esta vida y la otra. Tal vez esa risa sea el único beneficio que nos dejen los días de campaña electoral.

(valenciacalle@yahoo.com)
*Mg. Filología Hispánica. Escritor.

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