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domingo, noviembre 29, 2009

A la mujer no se le toca…



por Ismenia Ardila

La campaña liderada ayer en el mundo entero sigue movilizando cada año más gente preocupada por las crecientes cifras de violencia física, sicológica, sexual y económica contra las mujeres, en todos los espacios posibles: el hogar, el trabajo, la calle, la escuela, los campos y especialmente las zonas de conflicto.
La situación de las mujeres en Colombia es compleja y está determinada por la violencia y la discriminación: CADA 15 SEGUNDOS una mujer colombiana es maltratada, cada seis días una mujer es asesinada por su cónyuge y una de cada cinco niñas ha sido abusada sexualmente. En un día cualesquiera 100 mujeres y jóvenes en Colombia son golpeadas físicamente por sus parejas.
Lamentablemente la violencia contra ellas se agrava cuando hay presencia de grupos armados al margen de la ley, como es el caso de algunas regiones del departamento del Cauca.
Abuso sexual y ajusticiamiento acusadas de ser colaboradoras de uno u otro bando, son las humillaciones más comunes que reciben cuando se encuentran o son llevadas por grupos militantes ilegales, como se denunció en el marco de la jornada del Día Internacional de la Violencia contra la mujer.
La condición de pobreza y minoría étnica es también otro factor que contribuye a que se les desconozcan sus derechos y se les ultraje, hasta el punto de quitarles la vida.
Un día antes de esta conmemoración mundial una noticia en este sentido conmocionó al Cauca: el brutal asesinato de la profesora Leny Yanube Rengifo Gómez, docente del colegio San Carlos de El Tambo, quien días antes había sido reportada como desaparecida y quien según las primeras investigaciones murió estrangulada y su cuerpo fue hallado en estado de descomposición en un paraje solitario de la vereda Villanueva de Popayán.
Una sociedad que maltrata a sus niñas y mujeres es aquella que niega la ternura y el amor de su condición en la familia. Por eso la movilización social para alertar sobre los daños que no sólo causa sobre sus vidas sino sobre la armonía y el propio crecimiento económico y social de una comunidad.
Como reza la campaña “Di No a la violencia contra las mujeres “ de la que participan gobiernos, instituciones, organizaciones y medios de comunicación social del mundo entero, debe constituirse en una especie de voluntariado para sumar voces que vigilen, denuncien y aseguren a niñas y mujeres un futuro libre de violencia.
Su voz y acción cuentan desde cualquier condición y lugar donde se encuentre. Atienda el llamado, es todos los días, la jornada es sólo un pretexto para recordarnos el valor de esa mujer a la que se permite maltratar con su indiferencia, con su arrogancia o con su orgullo.
Esa mujer que puede ser su madre, su esposa, su abuela, su hija, la misma que por generaciones ha traído al mundo los hijos y cuidado en su regazo mientras esperaba en casa, curaba enfermos o guerreaba en las calles un pan y una mejor oportunidad para sus descendientes.
Cuando permites o ejerces la violencia contra una mujer lo haces contra ti mismo, porque es ella la comunicadora de vida por excelencia. Por eso seguirá siendo vigente el refrán popular: “a la mujer no se toca ni con el pétalo de una rosa”.

viernes, noviembre 14, 2008

Otra dolorosa lección




EDITORIAL EL LIBERAL

12 NOV de 2008

Muchas lecciones y reflexiones deja la estrepitosa caída de las llamadas ‘pirámides’ y específicamente, de Proyecciones Drfe, que degeneró en graves problemas de orden público en Popayán y otras ciudades del país.El tema había sido advertido numerosas veces por el diario, refiriéndonos a la grave cadena de riesgos implícita en el lucrativo ‘negocio’ que permeó poco a poco todos los sectores y estratos de la sociedad caucana.


Fuimos objeto de recriminaciones y advertencias de acciones de tipo civil y penal cuando se consultó sobre el polémico esquema de captación y la problemática de espacio público y seguridad que ocasionó el citado establecimiento en un sector residencial de la ciudad. Sin embargo, era nuestro derecho y deber.Entonces, sólo eran lógicas dudas y preguntas y hoy son las quejas de las miles de familias, especialmente las más humildes, que cayeron en el sueño de hacerse millonarios, llevados por la ambición de ganar “dinero rápido, fácil y efectivo”.


El esquema piramidal ya se probó en el pasado con verdaderas tragedias económicas como ejemplo, y crece a costa de los que siguen entrando. Los primeros siempre ganan y cimentan la confianza de los próximos, hasta que se reviente.Es claro que la debilidad del marco legal existente facilitó el libre albedrío de los incautos ahorradores. Los legisladores y las autoridades se quedaron cortos frente a una actividad aparentemente tan blindada que no pudo detenerse y el tema quedó por cuenta de la sensatez de la gente.


Ya muchos se refieren a la omisión del deber de cuidado por parte del Estado.Qué decadencia moral la que quedó en evidencia tras la búsqueda de un dinero ocioso. Todos los ‘clientes’ sabían que de eso tan bueno no dan tanto y que el riesgo era grande, jugaron a ser millonarios a sabiendas de que no había nada claro, mientras los promotores se presentaban como una especie de Robin Hood contra la pobreza y el desempleo.El comercio organizado de la ciudad luce como otro de los damnificados. Es evidente de meses atrás la caída de las ventas, mientras entraba en boga la compra de artículos suntuarios, el mercado de vehículos e inmuebles usados, producto de los jugosos dividendos de quienes entraron tempranamente en el negocio y recogieron sus ganancias. Crisis que continuará afectando la economía regional.Duelen las miles de historias de personas que se jugaron lo que tenían y no tenían, en contraste con los que lograron ‘coronar’ millonarias ganancias.

¿Dónde quedaron la moral y la ética ciudadana? “Se fue al hueco”, afirman por ahí con humor negro algunos, dejando de paso embolatados cerca de 2 billones de pesos en todo el país.direccion@elliberal.com.co

martes, octubre 21, 2008

¿Cuáles son las causas de los paros?

Por: Ismenia Ardila Díaz - 12:00 am
Editorial El Liberal

Acaba de terminar el paro de funcionarios Judiciales tras más de 40 días de traumática parálisis; el movimiento indígena lleva varias semanas y su crudeza toca las alarmas sociales; acaba de comenzar el paro de empleados de la Registraduría Nacional del Estado Civil; hay reclamos de funcionarios de la Dian y toma de instalaciones de dicha dependencia oficial en Bogotá. ¿Cuáles son las causas de tales movimientos? ¿Por qué se han levantado colombianos de tan disímiles condiciones y sectores?Si alguien indaga encuentra que el fondo de todos los problemas laborales mencionados y de otros que están enquistados en varios sectores laborales y sociales se centra en el incumplimiento del Estado a obligaciones dinerarias contraídas a través de diversas Leyes.¿Por qué? Porque los empleados Judiciales, los empleados de la Registraduría, los empleados de la Dian, los indígenas lo que están exigiendo es que les cumplan con nivelaciones salariales, con bonificaciones y con gabelas que la Ley y documentos de acuerdo contemplan a su favor, con las que este gobierno y algunos anteriores no han cancelado como lo exige la Legislación.


Lo anterior quiere decir que si el gobierno nacional hubiera cumplido oportunamente con las nivelaciones salariales a que estaba obligado, con el pago de las bonificaciones y primas ordenadas por la ley, con la entrega de recursos comprometidos a favor de los nativos, no habría habido ni paro judicial, ni paro en la Registraduría, ni movimiento en la Dian, ni levantamiento de la etnia indígena.Por eso ver al gobierno negociar y levantar la voz cuando lo que subyace es el no cumplimiento de leyes, por una u otra causa, preocupa.

Es prudente revisar qué otros compromisos ha contraído el Estado con sectores diversos para que se pueda buscar prevenir nuevos movimientos que causan gran traumatismo a la normal vida de los colombianos. Y ello debe confrontarse con el presupuesto para la vigencia de 2009 y precaverse fondos para años sucesivos pues el país no puede vivir de paro en paro.Por eso inquieta que las noticias respecto de dichos movimientos se centren fundamentalmente en el trauma que ellos causan en la comunidad –sin que desconozcamos y rechacemos las vías de hecho- y no se analice la responsabilidad del Estado al no cumplir con lo que él mismo ha comprometido, para buscar soluciones adecuadas y que esto no se vuelva un círculo vicioso.

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