jueves, noviembre 27, 2008

LA MENTIRA CAUSA RISA Y PRODUCE SUEÑOS



El Arriero de Marquetalia

Por Leopoldo de Quevedo y Monroy*

No toda mentira tiene que esconder su cara cuando es sorprendida con las manos en la masa. Aún las acciones que llevan una apariencia negativa pueden tener un impacto positivo cuando voltean la espalda.

El adulto o niño que asistió el domingo a fútbol vio cómo inocentemente se deslizó el delantero por el ala izquierda junto al palo derecho y san Agustín salió a tapar su tiro. Se colocó de frente pensando que iba a impactarlo como hacen tantos otros contra su cuerpo. Teófilo de pronto giró en un ángulo imposible, lo engañó, y su gesto mentiroso convirtió el artístico tanto de la tarde. La mentira fue maestra y ni el golero más experimentado pudo escapar a su jugada.

El abuelo con arrugas y de antiparras, junto a la cuna de la nieta, saca de noche el uniforme de león, de héroe, de gato con botas, de conejo dientón o ratón pérez. El niño sin sueño e inquieto, al comienzo, con sus ojos emprende con él otro viaje a Fantasía y se adentra en un velo de blandura y terciopelo que le envuelve sus párpados y le cierra su mirada en un instante. Su mente nunca distinguió entre el abuelo viejo y el rey león que jugaba con sus cachorros en la espesura y la laguna.

Bajo la carpa del circo o en casa en el cumpleaños, el payaso viste de risa sus pestañas y su boca. La escarcha brilla por sus párpados y las mangas se escurren por sus brazos. Las zapatillas de punta y embrujadas caminan a zancadas. La risotada estalla y tras sus ojos nadie alcanza a ver su corazón llorando. Como Garrick, jamás el payaso se interpuso para que un niño llenara su pecho de ilusiones y sus manitas aplaudieran sus charadas.

El poeta crea en una línea un mundo de cristal y con su ritmo llena el espacio de una cuartilla con una sinfonía de alas, colores e imágenes que antes no existían. Quien lo escucha ve aparecer mundos, dolores con lágrimas de hiel, idilios de monstruos en cunas en los mares o lluvias azules que suben en espirales bajo el sol de medio día o pone palabras de queja en los dientes de un lobo fiero. ¿Quién no ha ilusionado a su novia leyendo los poemas de Neruda diciendo que salieron de su mano en la penumbra? La poesía es un refugio tan apacible como el pecho de la mujer amada o regazo de madre en un dolor reconcentrado.

El pintor retrata en el lienzo caballos rojos, ojos que miran ebrios en el techo y senos heridos estiran sus pliegues por la ventana de Guernica. Más tétrica es la escena de la guerra en el cuadro porque en cada instante reproduce la crueldad aquella que ya pasó en la historia. ¿No es, acaso, la pintura una mentira memorable?

Cada mes El Arriero de Marquetalia, Antioquia, pide prestado a Collodi su Pinocho para hacer piruetas y rosarios de mentiras. Escribe folletos con mentiras muy reales que en nada parecen exageración de políticos ni promesas en tiempo de elecciones. Infla sus cuentos como globos y los pone a volar en tiendas y mercados. Nadie hasta ahora lo llama mentiroso pero hoy es el invitado a que las diga. Los aplausos serán la rúbrica para el arte y no para la mentira descarada.
18-11-08 7:01 p.m.

* Texto leído la noche del 22 de noviembre en la celebración del “Día mundial de la mentira”

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