miércoles, noviembre 12, 2008

CALI CON VESTIDO NUEVO Y ZAPATOS ROTOS

www.elpais.com.co/.../Julio292008/viascali.html

Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Colombiano

Salí de mi baticueva interespacial a pasear por calles e ir al supermercado. La ciudad lucía vacía. Sus calles más bien limpias de gente, de carros y no se oían ambulancias a toda hora. Es puente de descanso y hasta los automóviles salieron a darse un vueltoncito. Cali está ligera de ropas y los ojos ven hasta por dentro. Se le pueden ver las arruguitas e intenciones.

Quiere vestir dentro de muy poco tiempo bella con vías encementadas para dar luz verde al famoso MÍO. Se han remozado sus piernas, se ha barrido el frente de las casas por orden del Alcalde, y sus samanes, sus ceibas y guayacanes están verdes. Hay ambiente deportivo y los hoteles bullen con jóvenes que llegaron a divertir la ciudad con los juegos nacionales y paralímpicos.

Todo parece normal y, por encima, todo sonaría a optimismo. Las obras avanzan un poco y se abren otros frentes de trabajo para ampliar la cobertura del ansiado MÍO. Tal vez el vestido nuevo que se está confeccionando hace tres años termine en otros dos y por fin podamos ver a la Reina del Azúcar con un ajuar completo. Que pueda bailar salsa y hasta raeguetón en las fiestas de diciembre hasta enero sin que pase una vergüenza ante familiares e invitados.

Que estén sus casas, sus fachadas, su frente y las aceras aseadas, sin basuras regadas ni bolsas negras con desechos sentadas junto al muro. Las ventanas pintadas, las ropas tendidas en los alambres recogidas, sus gentes amables, cívicas y las discotecas o casas de vecinos evitando el ruido que no deja dormir tranquilo al que aspira en su derecho a descansar y amanecer fresco al otro día.

Cómo quisiéramos que la ciudad fuera una dama con sonrisa de caña dulce, talle de niña de 15 baile de sonrisas y porte de fémina culta y bienhablada. Cómo deseamos que Cali vuelva a ser la etiqueta de respeto y civilidad de que hacía gala en los 80. Toda Colombia miraba hacia la Sultana por su limpieza, por el acatamiento a las paradas de los buses, por la simpatía de sus gentes, por el empuje industrial y el clima de alegría. ¿Se podrá recuperar esa buena imagen? A todos nos corresponde poner la cara, bajar la agresividad y apretar el cinturón de la disciplina ciudadana.

Falta, eso sí, que el Alcalde se ponga en la tarea de ponerle zapatos nuevos a la bien vestida de palmeras. ¿Qué hacemos con vías del MÍO y sus alrededores elegantes, con los buses llenos de pasajeros orgullosos y avenidas con árboles frondosos si los pies de la ciudad están en ruinas? No puede ser que no haya presupuesto para arreglar la multitud de huecos y calles semiempedradas que lucieron en este puente y que contribuyen al malestar y estrés de conductores, pasajeros, residentes y visitantes. Sí es posible que Cali pueda volver a ser una ciudad amable. En donde los vehículos respeten las reglas de tránsito, los peatones no se vean atropellados, las autoridades demuestren que están interesadas en detener los índices de mortalidad y brindar espacios para fomentar la tranquilidad y el esparcimiento.

Quedan dos meses en 2008 y el Municipio puede hacer una brigada de cirugía pedestre en la Sultana. Arreglar sus uñas, bañar sus pies, quitar su mal olor y ponerle medias y cambiar sus huecos viejos por zapatos nuevos.
03-11-08 9:14 a.m.

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