CARLOS E. CAÑAR SARRIA
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Un clima de tensión vive el país. Protestas populares, paros realizados y anunciados. En el transporte, en la rama judicial, en el magisterio, de los corteros de caña, de la DIAN, de la Registraduría, marchas indígenas y campesinas, etc., que expresan una serie de inconformismos, demandas y pretensiones de conquistas laborales, de reivindicaciones sociales y económicas que el Estado debe atender, conciliar y solventar. Derechos de ley y constitucionales conculcados; retenidos o aplazados terminan coincidiendo en protestas tras la lucha por el reconocimiento de los pueblos.
Lucha por el reconocimiento que en una verdadera democracia exige diálogos y concertaciones entre las partes y la no intervención de la fuerza o a la violencia para dirimir los conflictos. Es aquí donde debe tener cabida la política entendida como la capacidad de resolver pacíficamente las diferencias. La protesta social es legítima en toda democracia siempre y cuando se recurra a la mesura y a la racionalidad. Sin transgredir el Estado social de derecho y el orden constitucional.
En estas condiciones el Estado no puede criminalizar la protesta social ni comprometerse en acciones que le incurran en violaciones de los derechos humanos, algo supremamente censurable y bochornoso en una democracia.
Para fomentar una cultura de la paz, de la paz política en primera instancia, se requiere fomentar y desarrollar valores tales como la solidaridad, la equidad, el respeto por las diferencias, la participación, etc., como camino para la vigencia de los demás tipos de paz como es el caso de la paz económica. Colombia urge de un Estado de la mano del interés colectivo y ajeno a circunstancias sociales y políticas de exclusión.
Resulta oportuna la tesis del Ex Defensor del Pueblo, Jaime Córdoba Triviño: “No será posible alcanzar la paz justa, sincera, firme, estable, la paz que Colombia anda buscando entre la angustia y la esperanza, mientras los derechos humanos sean objeto de olvido, atropello o menosprecio”. De donde se deduce que la reconciliación nacional será posible en la medida en que se garantice la tolerancia, el ejercicio legal y legítimo del poder en la defensa de la vida, la vigencia de la libertad y seguridad de las personas.
Coletilla: Felicitamos a nuestro maestro de pregrado y entrañable amigo, doctor Guido E. Enríquez Ruiz por la publicación de otra de sus obras: “Calles de Popayán”. Valioso aporte cultural que recomendamos adquirir y disfrutar. Felicitamos también al CPT, Horacio Dorado Gómez por la merecida y reciente condecoración del Círculo de Periodistas del Cauca