Fabio Arévalo Rosero MD*
Tres grandes temas motivan e influyen en los comportamientos de las personas de hoy: lo laboral, lo social y lo afectivo.
La insatisfacción en el trabajo (o no tenerlo), la soledad y la incapacidad de amar, son situaciones vitales que todos estamos resolviendo día a día. De nuestra respuesta a la vivencia de estas tres situaciones depende no solamente la estabilidad emocional, sino también los mejores momentos de la vida social y laboral. Pero esas expectativas tantas veces, se ven relegadas y olvidadas porque se impone el manejo mediático de la gente. Parece que en muchas situaciones lo que importa es sobrevivir y no vivir para ser felices.
En estos comportamientos también interfieren las clases de poder que guían a las personas hacia rumbos equivocados que hacen perder el sentido de vida. Las frustraciones son evidentes y se manifiestan en comportamientos deshumanizados, tristes y con contradicciones. De aquí nacen los conflictos, que se convierten en la semilla de la mayoría de problemas sociales que llevan a una situación de "guerra".
Es la pugna que mantenemos diariamente en los ambientes laborales, familiares, sociales, etc. Es allí donde empiezan a desaparecer la generosidad, la tolerancia, el altruismo y la solidaridad. Pero es la indiferencia la peor manifestación de la batalla diaria, la más aterradora. Una situación generada por la falta de grandeza de los gobiernos, el egoísmo de los políticos, la ambición de consorcios comerciales y la concepción feudal que aun persiste en una decadente clase de gamonales. Son esos, los mismos que con toda la hipocresía se hacen elegir para alguna dignidad y luego no tienen inconveniente en maltratar a la gente, camuflados bajo comportamientos demagógicos. Todo lo anterior aunado a la escasez de referentes inspiradores para la gente y un liderazgo legítimo que genere consensos.
Liderazgo que entusiasme, motive y despierte potencialidades. Todos los que hemos vivido buscando la verdad, nos hemos encontrado en el camino, con muchas ideas que nos sedujeron y habitaron en nosotros con la fuerza suficiente como para condicionar nuestro sistema de creencias. Pero el círculo del engaño no es fácil de romper.
Es hora, entonces, de tomar decisiones autónomas porque la vida es un instante. Más tarde ya no habrá tiempo para la rectificación. Recordemos que cuando se le pregunta a las personas mayores ¿si pudieran cambiar algo en su vida, qué cambiarían? La mayoría de las respuestas son: hubiera trabajado menos, hubiera disfrutado más a mis hijos, a mi familia, a mis amigos, hubiera contemplado más atardeceres y cultivado más pasatiempos para mantener joven el espíritu para la vejez.
Hubiera hecho tantas cosas, que simplifican la vida y que ya no se pueden repetir Entonces es ahora cuando debemos cuestionarnos, librarnos de las ataduras y recuperar nuestros derechos. Aun podemos estar a tiempo para tomar buenas decisiones, antes que tengamos que repetir demasiados hubiera hecho tal cosa y mucho más. Acabemos con la pasividad a la que nos obligan y generemos una nueva revolución con el poder de la sociedad civil, la dignidad de la gente