por: DIEGO FERNANDO SANCHEZ VIVAS
Hace más de 500 años, un despistado navegante genovés descendió de su embarcación en un amanecer de octubre de 1492 y pisó tierra americana. Nunca imaginó que este hecho constituiría el inicio de un proceso que alcanzaría connotaciones históricas impredecibles.
El encuentro de dos mundos, que permitió más adelante una amalgama de culturas o mestizaje cultural, no habría de ser solamente el resultado de un error geográfico y el empecinamiento invencible de un marino alucinado que en la Europa medieval pretendía descubrir nuevas rutas hacia las Indias orientales, y que fue patrocinado en su singular empresa por una reina de España. Era también el resultado de un proceso inexorable que la humanidad habría de transitar en su devenir histórico. Desde entonces han transcurrido muchos años.
Al decantarse el proceso que en sus inicios fue un choque violento y traumático en el que la población nativa sufrió toda clase de vejámenes y despojos, con el tiempo se fue materializando el resultado de este proceso que quedó plasmado en una cultura mestiza brillante, enriquecida por el ayuntamiento de invaluables elementos y características nativas con factores ibéricos, a los que más adelante se unió la cultura afrodescendiente. Nuestra raza amerindia, descendiente de ancestros milenarios cuyo origen se remonta a los albores de brillantísimas civilizaciones y culturas precolombinas, aportó un valioso legado cultural en el resultado de este proceso, también la cultura afrodescendiente con su importante aporte de elementos culturales.
Del viejo continente heredamos la religión, el idioma, costumbres y estilos de vida y el sistema de organización social y económico. Tal vez debamos a ese choque y amalgama cultural, las inmensas contradicciones de todo orden que se presentan por estas latitudes, y la pléyade de escritores latinoaméricanos que con su lírica y narrativa le han dado realce a nuestro continente, alimentado por esa simbiosis de caracteres disímiles y diversos. Hoy por hoy, nuestro continente busca nuevas sendas de progreso y desarrollo a pesar de sus graves problemas. Ojalá algún día se cierre la enorme brecha entre ese norte altivo y distante y el resto del territorio americano, separados solamente por el cauce del Río Grande o Bravo en la frontera con México.