El trato respetuoso, la consideración al otro, la estima, el afecto, la admiración y el reconocimiento son prácticas válidas y necesarias en toda sociedad. Motivan a las personas y contribuyen a unas buenas relaciones interpersonales y a la sana convivencia. Sin embargo, una cosa es respetar, estimar, admirar, reconocer y otra muy diferente es adular o enaltecer desproporcionadamente, lo que en términos coloquiales se entiende por lambonería, práctica que desentona con el sentido de las proporciones y que pordebajean a quienes la utilizan, fastidian a muchos que las observan y encantan a quienes las promueven. Sobran arribistas y huérfanos de reconocimiento que aprovechan cualquier ocasión para sentirse importantes y se valen de todos los medios posibles para lograr sus fines.
Lo bueno- o lo malo- es que encuentran ilusos que les hacen el juego y ahí tenemos a la vista todo un cuadro de una sociedad aduladora y mojigata.
Son muy pocos los magísteres y doctores en este país, no obstante ‘abundan’ por todos lados en la entidades privadas y públicas, incluyendo algunas universidades. Más respeto con los verdaderos magísteres y doctores. El cargo o la actividad que se desempeñe no puede ser argumento para los ‘doctorados’. A concejales, alcaldes, gobernadores, congresistas, secretarios de despacho, fiscales, jueces, contralores, gerentes, profesores y rectores de universidades, etc. se les debe llamar por su cargo o por el título universitario, si es que existe. Los títulos se ganan y se optan en las universidades.
Fastidia que hasta al más analfabeta de los concejales sea tratado de ‘doctor’ por una sociedad rastrera e interesada. Medios de comunicación y periodistas contribuyen con este despropósito. Ojalá muchos periodistas puedan enterarse de cómo están jerarquizados los títulos en las universidades y no continúen asignando ‘doctorados’ a quienes tienen la oportunidad de entrevistar o a todo aquel que se les atraviesa.
La adulación es una práctica que promueve la hipocresía. Entre aduladores nadie estará seguro nunca. El adulado quiere siempre que le digan lo que quiere oír. Espera del adulador lealtades incondicionales. Lealtades que ni los unos ni los otros las tendrán nunca. Tanta lambonería con personas que ocupan coyunturalmente cargos importantes, pero apenas abandonan los cargos, pasan desapercibidas.
Las verdaderas amistades se adquieren con la nobleza del alma y no con el interés. Los ‘amigos’ que se adquieren gracias al cargo, poco valdrán en los momentos difíciles.
Nada más valioso que la sinceridad, la sencillez, la altivez, el sentido de las justas proporciones y el trato respetuoso entre todas las personas.
Nada más valioso que la sinceridad, la sencillez, la altivez, el sentido de las justas proporciones y el trato respetuoso entre todas las personas.
Se puede demostrar amistad, aprecio, reconocimiento y admiración sin necesidad de recurrir a la lambonería. Tanto título gratuito, tanta hipocresía, tanta zalamería, tanta melosería, tanto besuqueo, tanto abrazo y palmoteo debieran desaparecer. Las justas proporciones o el justo medio de Aristóteles hacen mucha falta en una sociedad como la nuestra.
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