Fabio Arévalo Rosero MD*
Con motivo de nuestra participación en la 9ª. Conferencia Mundial del Caminar WALK 21, estuvimos de nuevo en Barcelona. Una ciudad dignamente europea, con muchas posibilidades que la vuelven atractiva para el turismo. Además está llena de oportunidades diversas para los visitantes. El WALK 21 es un congreso anual de movilidad humana que nació en el año 2000.
Pretende aportar a las ciudades del mundo en el desarrollo de una mejor calidad de vida dando prioridad en el espacio público al peatón, la esencia de las ciudades. Para ello la organización invita a científicos e investigadores de lo urbano en todo el mundo a presentar sus trabajos, de los cuales son escogidos unos tantos por el comité científico.En representación de Colombia y Latinoamérica, tuvimos la oportunidad conjuntamente con el gran maestro Carlos Pardo, de presentar nuestro trabajo: "El derecho humano de caminar", experiencias en Colombia. Además de aprender muchas cosas nuevas, compartir con personas valiosas, accedimos a la posibilidad de ilustrarnos de maravillosas prácticas de ciudades del mundo, altamente desarrolladas.
Pero estando en Barcelona en este certamen de movilidad sostenible era ineludible que no participáramos de una de las últimas propuestas de la ciudad en el espacio público. Se trata del Bicing, el sistema público de bicicletas en lo cual la capital catalana ya había ganado terreno al generar oportunidades maravillosas para la bicicleta y su relación con las personas. Existen en Barcelona distribuidas en la ciudad al menos unas 3.000 bicis públicas de color rojo y blanco. En pocas semanas ya se dispondrán de unas 6000. Para acceder al servicio hay que darse de alta con una tarjeta de crédito realizando un abono anual de 24 euros.
El usuario recibe una tarjeta magnética que le permite disponer de un aparato en las estaciones de intercambio al acercarla a un sensor digital que le dice el número de la bicicleta asignada para su uso en la estación.La primera media hora es gratuita, luego cobran un valor de alquiler muy bajo, alrededor de 10 centavos de euro cada media hora adicional. Pero el usuario puede disponer de una bici, máximo hasta dos horas.
El incumplimiento de las normas es sancionado con la suspensión automática del servicio.Tuvimos la oportunidad de disfrutarlo gracias a la tarjeta de una buena amiga catalana. Pero el apoyo y el acompañamiento por la ciudad para conocerlo vivencialmente estuvo a cargo de uno de los personajes más representativos de la Coordinadora Catalana de Usuarios de la Bici, Albert García. Gracias a él pudimos pedalear la ciudad y disfrutar de los beneficios del Bicing.Las bicis de alquiler son muy cómodas, de buena calidad y de fácil manejo para la mayoría de personas. Se pueden cargar en ellas las cosas básicas.
En algunos lugares existen carriles bici, en otros, vías especializadas (una especie de ciclorruta). Pero se anda con un buen nivel de seguridad ya que la mayoría de conductores de autos respetan al ciclista. Al menos esa fue la sensación que tuvimos.Lo que más llama la atención es que son mujeres jóvenes la mayoría de usuarios del Bicing, además que lo hacen muy bien, con mucha propiedad.Gracias al Bicing el paisaje de Barcelona ha mejorado, la ciudad tiene un nuevo contexto, se ve más linda. Es ahora una metrópoli más seductora. El Bicing la ha hecho más sexy, pero no solo porque sean las mujeres tal vez las mayores usuarias. El bicing se ve ya en todos los lados, la gente lo quiere, es parte de su identidad de su cultura.
El Bicing, sistema público de movilidad en bicicleta con los defectos que aun pueda tener, es en resumen exitoso. Una gran solución de integración ciudadana y de transporte, con todo el componente ecológico y de promoción de una mayor actividad física. Debería ser política oficial de las ciudades latinoamericanas, donde su impacto en el desestímulo del auto particular sería evidente.