viernes, octubre 03, 2008

No pite, no sea Rufino"


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Fabio Arévalo Rosero


Hace 35 años el Club Deportivo los Millonarios tuvo muy cerca el más preciado trofeo de clubes del continente. Por la lógica del buen fútbol le correspondía ser el campeón, pero una absurda decisión arbitral cortó de tajo el sueño. Posteriormente el ingenio de los colombianos transformó la decepción en una campaña de cultura ciudadana, 25 años antes de que llegaran las propuestas de Antanas Mockus. A principios de 1973 se jugaba una emotiva la Copa Libertadores para Colombia. Millonarios y Deportivo Cali habían logrado el derecho a representar al país.


En la primera fase contaron con suerte ya que les correspondía eliminarse con los regulares equipos de Venezuela, que finalmente no se presentaron. El campeón Millos clasifica a la siguiente ronda enfrentando a los argentinos Independiente y San Lorenzo. El equipo azul de aquella época fue uno de los mejores de la historia. Era el club símbolo de Colombia, que estrenaba su 10ª estrella. Una de las más significativas y tal vez la que más disfrutó el narrador emblemático de Caracol, Armando Moncada Campuzano, fallecido hace 11 años víctima de una insuficiencia renal a sus 62 años.


Para 1973 los campeones al mando del Dr. Gabriel Ochoa Uribe, tenían una nómina de lujo con la tripleta demoledora que conformaban Willington Ortiz, Alejandro Brand y Jaime Morón. Además de valiosos jugadores como Senén Mosquera (arquero), Apolinar Paniagua, Julio Gómez y Arturo Segovia. Sin olvidar la inclusión en ese año de Delio "Maravilla" Gamboa para su despedida del fútbol Recordemos que en aquellos tiempos en la semifinal se jugaban dos triangulares y los respectivos ganadores disputaban el título de Copa. El 6 de abril Millonarios doblega en Bogotá de forma inobjetable al favorito Independiente (1 – 0).


Las perspectivas de ganar el triangular y disputar el título eran grandes y más aun con un plantel de esa categoría. Pero llegó el siguiente encuentro de local frente al "débil" del grupo, San Lorenzo de Almagro.


El 11 de abril de 1973 ocurrió una de las mayores frustraciones (inadmisible y dolorosa), y casi una catástrofe, que haya padecido el club y su fanaticada. En todo el partido Millos siempre fue superior al equipo argentino. Pero en esa semifinal en Bogotá, el árbitro brasileño Sebastiao Rufino anuló dos goles al cuadro azul, dejando el partido 0-0. El resultado fue decisivo y clasificó a Independiente de Avellaneda a la final de la Copa. La jugada más controvertida ocurrió aquel miércoles en los últimos minutos de 2º tiempo, con una de gran injusticia arbitral. Apolinar Paniagua cobra un tiro libre indirecto que alcanza a cabecear Julio Gómez y es gol legítimo.


El juez Rufino alega que no hubo intervención de Gómez y anula el tanto. Estuvo a punto de ser linchado por los fanáticos bogotanos, ya que tal vez esa decisión privó a Millonarios de disputar la Copa Libertadores ante Colo Colo de Chile, que posteriormente ganó Independiente. Días más tarde aparecieron por todo el país unas calcomanías en los cristales de los carros que invitaban a reducir la polución acústica por el uso de la bocina.


Tenían la imagen de un árbitro y su silbato con una leyenda muy expresiva: NO PITE, NO SEA RUFINO. fabio,arevalo@sergiofajardo.com

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