sábado, julio 05, 2008

¿Qué hace usted por Popayán?


por Ismenia Ardila Díaz

*editorial: El Liberal


Cada día, en las páginas locales de El Liberal se registran las voces de la comunidad de Popayán denunciando sus problemas más serios y más urgentes, algunos de ellos derivados de un desarrollo local desordenado e injusto y agravados por esa convicción arraigada que ve al Estado como una especie de papá generoso, a quien le corresponde satisfacer todas las necesidades de los ciudadanos.La costumbre de sucesivas administraciones, de darles la espalda a muchos problemas como a iniciativas y voces independientes, contribuyó a la inercia y frenó la posibilidad de participación de los payaneses en el rumbo de la ciudad.




El ex presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, exhortó en su momento a los ciudadanos estadounidenses a sacudir su pasividad con esta frase: “No te preguntes qué puede hacer el país por ti.




Pregúntate que puedes hacer tú por el país”, lo que se podría aplicarse a los habitantes de ciudades como la nuestra.Es cierto que el Gobierno Municipal debe atender y solucionar, sin excusas, las necesidades y los problemas fundamentales de la gente, como el acceso a los servicios públicos, a la salud y a la educación, el arreglo de las vías –tema recurrente y delicado- , pero muchos otros, de los que diariamente se oyen las quejas de la comunidad, pueden superarse, o al menos reducirse, con un poco de esfuerzo colectivo y una buena dosis de iniciativa y gestión.


La Constitución de 1991 les dio a los ciudadanos herramientas precisas de participación, que todavía éstos no han sabido o no han querido aprovechar más que en un exiguo porcentaje.




Es necesario que todos los payaneses comiencen a preocuparse por conocer sus derechos como deberes y responsabilidades, para ejercerlos y cumplirlos en función del mejoramiento de su calidad de vida y de la construcción de una ciudad amable, equitativa y próspera.




No se trata de reemplazar al Gobierno en su función de atender las necesidades, eliminar las injusticias, frenar los abusos y solucionar las carencias de los payaneses de menores recursos, sino de tomar la iniciativa, de reemplazar las quejas constantes por las propuestas creativas y demostrar que más que caridad y asistencialismo se necesitan oportunidades.




La quejadera es una actitud demasiado extendida entre la gente. Nos quejamos del Gobierno, de nuestros vecinos, de nuestra pareja, de los hijos, y no nos detenemos a pensar en qué medida los problemas que sufrimos también tienen origen en nuestra actitud pasiva, egoísta o negativa.


La comunidad payanesa debe salir del laberinto de su propia lástima, no más “pobrecitos nosotros”, no hay que esperar que algo pase, que alguien haga algo, porque a todos corresponde hacer algo.




En ocasiones a la ciudadanía le corresponde reclamar lo que el Gobierno y la ciudad tienen la obligación de hacer por ellos, pero en igual medida también les corresponde mostrar lo que ellos pueden hacer por la ciudad, en qué pueden contribuir.


Este diario siempre ha estado presto a reseñar las denuncias y reclamos, como los esfuerzos y las historias de vida de quienes a diario contribuyen a la solución de problemas comunitarios, sin esperar necesariamente que el Gobierno tenga que hacerlo, en cooperación con éste, con sus vecinos u otras instancias. Lo ideal es que esos esfuerzos dejen de ser la excepción meritoria, para convertirse en una práctica continuada en la ciudad.


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