sábado, julio 19, 2008

Forma física y logevidad (II)



Por Fabio Arévalo Rosero MD*



La actividad física moderada y continua es necesaria, además de esencial, para preservar una función biológica útil hasta una avanzada edad cronológica. Pero particularmente para prevenir buena parte de las enfermedades crónicas y sus indeseables secuelas que pueden generar limitaciones tempranas en una persona.


El deporte controlado en personas mayores consigue reducir su edad biológica hasta dos décadas, según uno de los estudios más destacados internacionalmente. Se trata de una investigación que mereció un importante reconocimiento en el campo de la Medicina del Deporte, en España. El estudio, realizado por la Universidad Complutense de Madrid, ha partido de la observación del sistema inmunológico como excelente marcador de salud y longevidad. Según el mismo basándose en el sistema de defensa es posible calcular la edad biológica de una persona. La investigación fue realizada sobre ancianos de unos 70 años, a los que se propuso un programa de ejercicio físico moderado, y a quienes se evaluaron los parámetros del sistema inmunitario o de defensas. Se valoraron a los dos meses de iniciar la práctica deportiva, a los seis, y también seis meses después de haber interrumpido el entrenamiento.


Los resultados fueron llamativos. La edad biológica con esta práctica podía reducirse hasta en 20 años, mejora que se perdía con la vuelta a los valores iniciales, cuando se dejaba la práctica deportiva. En los pacientes de 70 años con buen nivel de actividad, se encontraron sorprendentemente organismos de 50, es decir su expectativa de vida mejoraba. El estudio observó distintos parámetros, como la función de las células sanguíneas responsables de defender al cuerpo entre ellas los linfocitos y los neutrófilos. Lo más evidente es el incremento con la práctica del ejercicio moderado de la actividad proliferativa o de multiplicación de estas células. En las personas activas cuando los linfocitos reconocen las sustancias nocivas (antígenos) lo que hacen es multiplicarse y mejorar la actividad inmunológica o de defensa. La edad y la falta de ejercicio ocasionan cambios en el sistema inmunológico, uno de los cuales es la pérdida de capacidad proliferativa de los linfocitos frente a los antígenos.


Estas funciones se ven mermadas también, cuando se producen estados de ansiedad o de mala respuesta al estrés. Son muy llamativos los resultados de esta investigación, ya que si coonsideramos que la etapa de la vejez inicia entre los 60 y 65 años, en individuos "sanos" físicamente activos el umbral tendrá que subir a 67, 70 o incluso más.


Un programa de ejercicio mejora entonces la funcionalidad de las células inmunitarias, aquellas que defienden al organismo del ataque de agentes nocivos. De modo que vemos que el ejercicio se plantea como idóneo para conseguir una buena calidad de vida al envejecer.



*Especialista en ciencia deportiva

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