martes, julio 15, 2008

Letras caucanas:Bosque Adentro

poeta Eduardo Samboni (MAV)




por Donaldo Mendoza



Bosque adentro, es el cuarto libro en el inventario poético de César Samboní (Bolívar, 1972).



El título parece prometer un buceo por las honduras de la existencia, bajo la metáfora del bosque. Hace pensar también en cuerpo-bosque como un templo, pues fue esa una de las connotaciones antiguas de ese ropaje natural. Bosques sagrados fueron los primeros templos de la antigüedad. Paro también tiene la connotación opuesta: “abundancia desordenada de algo, confusión…”. La primera parte del libro, El lado invisible de los espejos, participa de ambas




La poesía no puede quedarse en el inefable sentimiento, porque “si bien es cierto que es impensable una poesía que carezca de sentimientos, son estos los peores enemigos para escribir un buen poema”, advierte Juan Manuel Roca. La poesía es una manifestación del arte, en cuanto a belleza, armonía, unidad… En ese sentido, la primera parte del Bosque es una pieza irregular, a pesar de que el poeta nos dice al inicio para no olvidar/ escribo aquí. En el segundo poema se adelanta al lector en la pregunta: ¿Cuándo escucharemos la prometida melodía? Porque en efecto, lo primero que se echa de menos es lo que da espíritu al poema: ritmo. Por algo el sinónimo más próximo a poema es ‘canto’. “Sólo escribo un poema cuando escucho antes la música”, dice Giovanni Quessep. Un ritmo sostenido es también garantía de unidad temática; ésta no se logra sólo con el anuncio de ciertos referentes: desnudez, noche… En el lado invisible de los espejos, son visibles varias contradicciones que rompen la unidad. Por ejemplo, uno no espera que Entre los jazmines desnuda aparezca líneas adelante Sucia del día que recorres/ con tus axilas sudorosas, con amantes fétidos de alegría.


Esas consideraciones no descalifican al poeta, es un simple llamado al orden, a fin de que no resulten inútiles los códigos que trabaja. Porque dentro de esa primera parte hay poemas que merecen estar en cualquier antología, por ejemplo La escala celeste o la duda de Jacob.
Otra (cosa) es la canción de los desterrados, como se titula la segunda parte, págs. 36 a 71.



El poeta apela a una Lectura de Heidegger, y de allí vienen los referentes para la unidad de esta parte: El ser deambula/ entre la memoria y el olvido/ -Olvido-. Aquí los mismos poemas revelan lo que en la primera parte fue casi ausencia: Si el niño que habita estas páginas/ pudiera atrapar para siempre/ ese canto misterioso y secreto. El poeta es consciente de que no le es dado acceder al misterio completo de la poesía, pero sí a Una canción. Un árbol. Un rostro./ Todo pasa. Del infierno al paraíso. Y persiguiendo su música nos regala poemas como Ir al centro del tiempo y cantar. <>.

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