EDITORIAL, DIARIO EL LIBERAL
Sábado 14 de Julio de 2012 - 10:03 AM
¿Y cuándo iban a enterarse?
Esta noticia solo le causó estupor e indignación a la ciudadanía que presenció la inspección judicial de los cadáveres ese miércoles 11 de julio, ya que ni siquiera generó atención mediática entre los funcionarios encargados de las instituciones que velan por la niñez en nuestra ciudad.
La oleada noticiosa relacionada con el conflicto armado en el Cauca en el transcurso de la semana que termina, se llevó toda la atención de la opinión pública, no solo nacional e internacional, sino también local. Fue apabullante el cubrimiento que incluso esta casa editorial le dio al tema, toda vez que, además de las acciones propias de esta guerra irregular, incluyó visita del Presidente Santos a Toribío, epicentro en esta oportunidad de la noticia.
Pero ni eso justifica el silencio y la indiferencia de los organismos encargados ante un doloroso hecho ocurrido en la capital caucana, el mismo día en que el presidente Santos se esforzaba por ‘caerles bien’ a las comunidades indígenas del nororiente del Cauca.
Se trató del hallazgo de dos criaturas humanas, posiblemente recién nacidas, que estaban sin vida, tiradas como basura a la orilla de un contaminado río citadino en el suroccidente de Popayán. Escenas dantescas que sobresalieron al teleobjetivo de nuestro reportero gráfico, evidenciaron la crueldad de aquellas personas que arrojaron a la vera del río Ejido, ese maletín que contenía los dos cuerpecitos -tal vez aún estaban vivos al momento en que fueron botados como si fueran un colchón viejo-.
Esta noticia solo le causó estupor e indignación a la ciudadanía que presenció la inspección judicial de los cadáveres ese miércoles 11 de julio, ya que ni siquiera generó atención mediática entre los funcionarios encargados de las instituciones que velan por la niñez en nuestra ciudad. Hablamos de mínima atención mediática, porque al consultar a varios de ellos, pudimos evidenciar que ni siquiera se habían enterado de estos tristes y dolorosos hechos, como si una noticia de esa envergadura no hubiera ocurrido.
Cuando quisimos saber sobre la reacción a esta noticia, en el Icbf seccional Cauca, la respuesta fue si se trataba de otro doloroso hecho ocurrido en El Plateado, Argelia días atrás -ni se enteraron de lo que pasó en sus narices-; las secretarías de Salud municipal y departamental se ‘tiraban’ la pelota, eludiendo responsabilidades propias de sus funciones; solo la Policía de Adolescencia e Infancia atinó a dar una declaración sobre el tema, ahondando la preocupación, toda vez que mencionó, como mera estadística, otros hechos similares ocurridos en la ciudad en el presente año.
Para nosotros, una situación de este tipo debería de levantar alertas sobre la posible existencia en algunos puntos de la ciudad, de clínicas clandestinas para practicar abortos que al parecer estarían operando a sus anchas ante la indiferencia y la ineptitud de aquellos funcionaros que solo se enteran de lo que les conviene, para así actuar o salir a dar declaraciones a los medios en situaciones noticiosas menos comprometedoras y que les generen más visibilidad ante sus jefes.
¿Será que nos volvimos inhumanos? ¿Se están escogiendo situaciones para actuar a conveniencia? ¿Qué pasa con las campañas educativas para prevenir los embarazos no deseados? ¿Qué pasa con las investigaciones de tipo policial y judicial contra las clínicas clandestinas donde se practiquen abortos?
Todas estas preguntas sin respuesta, ponen en la palestra el tema de la paupérrima educación sexual en nuestra comarca, que redunda en ese 21 por ciento de las adolescentes entre los 15 y 19 años que en Colombia (estadística nacional porque en Popayán no se conocen datos actualizados) alguna vez han estado embarazadas y el 14 por ciento que ya son madres, un problema grave, que según el Ministerio de Salud –no para el Icbf Cauca ni para las Secretarías de Salud- tiende a incrementarse y que termina generando en situaciones dramáticas de abandono de bebés, del que pareciera no se enteraron nuestras instituciones locales… ¡qué tristeza!
