Sin diálogo, pero es la verdad
POR ANTONIO CABALLERO
EL PÀIS, DE CALI. 15 DE JULIO
Lástima que no ocurrió el diálogo que esperaba la comunidad con el presidente Juan Manuel Santos en Toribío. Se le abona al mandatario la verraquera de meterse en la boca del lobo. Se le aplaude a la guardia indígena su tarea por prestar seguridad al invitado y se le critica a la guerrilla que siga viviendo en el huevo del terrorismo sin salir de ese cascarón que tiene harto a todo el mundo y a los policías y militares que dejaron ver lo que les había contado aquí: no enfrentan la realidad con tácticas seguras.
Quedan muchas cosas claras. Lo cuento como testigo directo porque acabo de bajar de la zona de guerra. Para empezar, la comunidad siente que esto rebozó la copa. Pasaron cinco días de agobio y hostigamiento con tatucos y cilindros sin que los guardianes del Estado salieran a enfrentar en el monte de donde salen los artefactos mortíferos e irresponsables.
“Entonces la comunidad decidió por encima de todos, incluidos los gobernadores indígenas, salir en bloque y decomisar los primeros lanzatatucos que encontraron esa tarde y dañarlos y advertirles que esta actitud va a continuar si ellos siguen lanzándolos”, dice Lucho, líder joven de la comunidad Nasa. De esa tarde quedan tres niños heridos y una enfermera que atienden en Cali, a quien debieron amputarle las piernas, destruidas por las bombas de las Farc-EP, ejército del pueblo que mata al pueblo.
A los “milicianos tatuqueros de la comunidad” ya los tienen vistos y advertidos. Feliciano Valencia, líder veterano, me dijo: “El que escoja la guerra se pone su uniforme, coge su fusil y se va con ellos y será tachado de la lista oficial del cabildo. No vamos a permitir que se sigan camuflando entre la población para pelear cobardemente”. Y un anciano indígena de Jambaló me comenta: “Si son tan verracos y quieren pelear, que se suban al páramo y se den candela día y noche hasta que se acaben. Pero que no nos sigan matando a los jóvenes y a los niños, nuestro futuro”.
En la carretera de El Palo a Toribío no vi un solo militar ni policía. Sólo los encontré a la salida del pueblo y a la llegada a Toribío y viceversa. Lucho me contó que durante la visita del Presidente los de las Farc estuvieron a 600 metros de Santos y su Ministro de Defensa. “Hasta le enviaron saludos en algunos medios de parte del VI frente. En El Palo encontré dos retenes a menos de 300 metros. Al reclamar en el segundo, me dijeron “no compañero, nosotros somos de los otros”. O sea la guerrilla.
Resumiendo: pasó la visita presidencial, y seguimos en los mismo. Feliciano reafirma: “Queremos vivir en paz. Nos estamos sacudiendo a pesar de las consecuencias que sabemos”, y asegura que han escritos dos cartas a ‘Timochenko’ sin que hasta el momento haya respondido. Y en la misma tónica están con ‘Sargento Pascuas’, el comandante más viejo del mundo con 87 años, y sus secuaces ‘Jaime’ y ‘Caliche’, los secuestradores más crueles del área.
Muy grave lo del avión Supertucano que derribó la guerrilla. Lo digo porque así lo cuentan los campesinos de la zona que siguen dominando las Farc. “Lo vimos en candela antes de estrellarse”, afirman.
La carretera no resiste otro invierno. Hay siete bancos de asfalto que están en el aire. Y las casas prometidas desde la ‘chiva-bomba’ siguen en el suelo a pesar de las promesas gubernamentales.
¿Querían ver la realidad del Norte del Cauca en vivo y en directo? Pues esa es, y ya saben qué hay que hacer.