martes, septiembre 16, 2008

Un recorrido por Popayán



por Gisela Delgado Tejada




Recorrer esta pequeña ciudad es a veces desalentador, de sus calles y su arquitectura queda mucho, pero el deterioro es notable; surge la encrucijada entre el derecho al trabajo y el derecho al espacio público. En el camino encontramos ventas de calcetines, zapatos, frutas, choclo asado, chuzos, relojes baratos y cacharrería china. Transitar por el centro de la ciudad se convirtió en una odisea, parecería que se impuso el desorden y la anarquía; dirigirse hacia los barrios vecinos de la galería de La Esmeralda, se convirtió en un atentado higiénico, transitar a pie por esos lugares es exponer la vida, debido al riesgo a ser atropellado por un vehículo. Cuando los payaneses que viven en otras ciudades, incluso en otros países, llegan a la ciudad los invade la nostalgia. Se presenta entonces el eterno debate: algunas personas aseveran que por conservar lo tradicional no se puede impedir que la gente viva del rebusque. Este conflicto permanente nos ha adormecido en la toma de decisiones, al igual que el manejo de intereses por parte de nuestros concejales, muchos de los cuales tienen acciones en las empresas transportadoras de buses, taxis y busetas. Las ventas ambulantes, además son su potencial electoral. Popayán ya no crece con una perspectiva de desarrollo que vuelque la mirada hacia las grandes ciudades. Con el respeto que se merecen nuestros municipios vecinos, cada vez nos parecemos más a ellos, como si importáramos la cultura de Timbío, El Tambo, y muchos más de nuestros colindantes. Tal vez esto sea el efecto de la migración que se ha tenido del campo a la ciudad, incorporando al desarrollo la cultura rural.En el recorrido por la ciudad me encontré con algo que nos reivindica, entré al reconocido Hotel Monasterio, desde el momento en que se abren sus puertas se siente que nos embarga una mezcla de lo misterioso de su arquitectura con toda su memoria histórica; la exquisita decoración de sus interiores, con la combinación perfecta de cada uno de sus muebles, de sus cortinas, del uso de la zona verde con las flores que adornan sus jardines, la pulcritud y la atención de sus empleados, la calidez de los mismos. El ímpetu y la perseverancia de un equipo de trabajo dirigido por la doctora Ana Milena Velasco Caicedo que ha dejado en alto el nombre de la ciudad en los últimos eventos internacionales realizados, y que se ha hecho merecedora de ostentar lo mejor de la calidad dándole la categoría de hotel de cinco estrellas. Lo que nos hace creer que en Popayán sí se puede pensar en grande, con algo de ambición que no nos aleje de la Modestia.

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