domingo, septiembre 14, 2008

Las insurgencias de la política




CARLOS E. CAÑAR SARRIA
carlosecanar@hotmail.com


Uno de los errores más graves de la administración pública en Colombia es ubicar en las distintas posiciones y cargos a personas que no saben y que además carecen de compromiso social. De ahí el papel desteñido, desaliñado, desorientado, improvisado y decepcionante que desempeñan. En muchas dependencias departamentales y municipales- con algunas excepciones- nunca están los que debieran estar y ello se traduce en incompetencia y caos administrativo que repercute desfavorablemente en la sociedad. Eso de repartir las cuotas burocráticas es algo problemático en nuestro país. No todo el mundo queda contento. Es común observar la pérdida de autonomía de gobernadores y alcaldes a la hora de escoger y designar sus equipos de ‘colaboradores’; estos mandatarios terminan convertidos en marionetas por parte de los partidos o movimientos políticos que los respaldaron electoralmente. Prima dar contentillo a quienes les deben favores y tienen compromisos pendientes. Muchos pensarán que ello es inevitable en un país politizado y clientelizado como el nuestro, donde históricamente no ha existido otra forma diferente de hacer y seguir haciendo ‘política’. Política promesera, intercambio de favores entre patrones y clientes, cambios de gobierno y al final los mismos con las mismas. ¿El poder para qué o el poder para quienes?
Tantas cosas en beneficio de lo público se podrían hacer con el poder, pero no. Administraciones convertidas en desperdicios ante tanto problema y tanta necesidad por resolver y atender. Hay departamentos y municipios que en lugar de progresar parece que involucionaran. Caos o ruinas por todo lado, más desempleo, crisis educativa, deterioro de la salud, saneamiento básico por el suelo, reinante inseguridad, vías y calles destartaladas, etc. Se ve cada vez más el distanciamiento entre el Estado y la sociedad. Brilla el desgobierno y el inconformismo social.
Los habitantes y ciudadanos quisiéramos contar con unos dirigentes y funcionarios estudiosos y capaces que accedan a la política como opción para servir a las comunidades que dicen representar. Quisiéramos sentir una política económica y social más incluyente, modelos de desarrollo que posibiliten un crecimiento económico que responda a las necesidades y requerimientos de los sectores mayoritarios de la sociedad. Quisiéramos saborear una seguridad basada en la democracia social y no en la guerra. Que los derechos sociales y económicos se mantengan vigentes en el contexto nacional.


Cada vez se hace más necesaria la democratización de las relaciones laborales. Construir culturas donde se adopten criterios meritocràticos de promoción personal y laboral y se supere el predominio del favor.


Coletilla: Felicitamos a nuestro queridísimo y carismático amigo y colega columnista, Horacio Dorado Gómez por el lanzamiento de su libro “Cuentos parroquiales para todo el mundo”. En una mañana lo leímos y disfrutamos con gusto y con esmero.

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