domingo, septiembre 07, 2008

Reflexiones gastronómicas


DIEGO FERNANDO SANCHEZ VIVAS





Por estos días que se realiza en Popayán el Sexto Congreso Nacional de Gastronomía, que nos permite conocer las delicias de otras latitudes, esta vez del sorprendente país austral Chile, y del departamento colombiano de Córdoba, y además socializar platos que aquí se consumen cotidianamente, resulta pertinente hacer unas breves reflexiones sobre la importancia del pan en el devenir de la sociedad.


Desde tiempos inmemoriales, la existencia del género humano ha estado visceralmente ligada a lo que come, el motor de su vida, que le proporciona al ser humano las energías que lo impulsan a vivir. Nuestros más lejanos antepasados debieron contentarse con comer algunos frutos silvestres, tallos, raices y trozos de carne cruda que proveían las bestias antediluvianas, las cuales proprocionaban las calorías necesarias para no perecer bajo el inclemente y pavoroso clima de la Era Glacial.


Este era bàsicamente el menú al que por miles de años se adaptaron por necesidad. Con el descubrimiento del fuego, la humanidad dio un salto inmenso, y nuestros más lejanos ascendientes debieron agradecer profundamente la utilización de la chispa divina del fuego, ya que la cocción de los alimentos, principalmente de las carnes derivadas de las interminables y agotadoras jornadas de caza y pesca, le daban a estos alimentos un sabor diferente. Entonces la necesidad imperiosa de alimentarse para sobrevivir, se fue transformando con el tiempo en un deleite y placer exquisitos.


Muchos años después, con la aparición de las grandes civilizaciones de la humanidad, los refinamientos y las costumbres culinarias se fueron transformando, y cada región se caracterizó por poseer determinados productos e incorporarlos a su mesa. Asiria, Babilonia,Egipto,Grecia,Roma, mezclaron por obra y gracia de la guerra y del intercambio comercial hábitos alimenticios. Refieren las crónicas de los historiadores Plinio El Viejo, Livio y Suetonio, que en los tiempos de los emperadores romanos, eran famosas las cenas palaciegas por su esplendor y desmesura.


También son muy comentados por la literatura de su tiempo, las cenas de los reyes de la Francia imperial. La manzana de Adán, el plato de lentejas de Esaú, y la última cena de Jesús con sus apóstoles son ejemplos de la importancia de la comida en la vida del hombre. Hay muchos platos exquisitos en el mundo, refinados y de un sabor celestial, pero a mi que no me cambien mis fríjoles acompañados con empanadas de pipián y un buen sancocho de gallina de campo. La mesa está servida, buen provecho señoras y señores.

FACEBOOK

https://www.facebook.com/profile.php?id=711839823