viernes, septiembre 26, 2008

reverso o remate


Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Colombiano

El idioma castellano se parece a un ser vivo y a veces a un ser humano. Es fruto de un padre viejo en Atenas, de nacionalidad griega y de una madre más joven, de cabello lacio y nacida en Roma. Su padre era un guerrero, histrión y atleta. De palabras fuertes y de imaginación creadora. Su madre, era política, amante de conquistas, dominó pueblos y continentes. El hijo que produjo esta unión grecolatina copió rasgos, aunque predominó la sangre de la madre.

Ni las voces cuadradas de la lengua de Homero ni sus significados quedaron plasmados en las palabras que usamos de ordinario. Quedaron para denominar plantas, anticuarios científicos y para nombrar partes del esqueleto humano. Al fin y al cabo del padre quedaron la herencia racional y bronca en el lenguaje y de la madre los sonidos suaves y armoniosos y los giros sorprendentes que permiten juegos y dislocaciones.

Una prueba de ello es el uso de la pequeña re antepuesta a una serie de palabras que encierran significado completo. Si las atropellamos y le ponemos por delante esas dos letricas su significado se agiganta a veces o se encoge para convertirse como en la nariz superlativa de que habló Quevedo.

Re-probar, quiere decir probar dos veces y quien deba hacerlo pierde el año. El alumno aplicado con sólo intentar una vez aprende la lección. Será re-buscado quien se adorna demasiado y no encuentra que más ponerse encima. Será muy cruel quien se ensaña contra la víctima ya muerta y la re-mata. El que re-tira la parte de atrás muy rápido para no participar en lo que se había comprometido también re-cula. Quien re-chaza lo que había anunciado aceptaría que re-nuncia a ello. Si sale al ruedo a contar lo que otro dijo tal vez usted re-cita. Si esconde y guarda con llave su secreto, lo ha puesto en un lugar re-cóndito. Si alguien insiste en darle vueltas a lo que antes había esculcado, re-vuelca. Re-pite en la re-unión social quien ya había pedido su porción. No estará bien visto el re-negado que desdice lo que ya había jurado. Y si alguien sólo lanza el último suspiro es señal de que ya no re-spira. Si usted se arriesga a nadar en río crecido puede morir en el re-molino de sus aguas. Quien responde a la venganza estará cometiendo una re-taliación. Si usted desconfía de la amiga de su esposo es posible que sea un re-celoso. Si cree que un animal está dentro de usted es porque quizás admite la re-gresión. La nadadora o luchadora que no alcanzó a poner todo su esfuerzo en el primer ensayo deberá acudir al re-pechaje. Quien se confía en el saber de otro y éste le falla deberá re-versar la decisión. Si usted no quiere que el dulce se le pegue en el asiento, deberá insistir en re-volverlo. Si su cerebro es ágil todavía y trae un dato a la memoria usted re-cuerda. Si no quiere cansar y ya ha dicho suficiente usted re-corta.Y si no quiere que alguien le diga una mala palabra, deberá cuidar su re-putación.

Esos dos caracteres bien usados serán una maldición o un recurso literario para el mal pensado o para el poeta en dado caso. O también serán de utilidad para quien tenga con su pareja algún re-paro en el lecho y necesite una re-posición o re-planteamiento de su fuero conyugal. ¿Acaso usted no lo ha necesitado? No habrá juez de paz que se re-cuse. Para usted habrá re-vuelo el día que a su oído re-suene una promesa de re-conciliación por la última re-caída que tuvo ante un re-quiebro. 13-09-08 4:45 p.m.

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