DIEGO FERNANDO SANCHEZ VIVASdiegosanchezvivas@hotmail.com
El debate sano, la controversia sustentada, la crítica bien fundamentada y con argumentos, son elementos esenciales de las democracias modernas. Constituyen mecanismos que oxigenan el devenir institucional, y permiten un ejercicio interesante de dialéctica política. No sucede lo mismo cuando se acude al agravio personal, al insulto calumnioso, a la injuria ofensiva y ultrajante, que es lo que se está dando actualmente en el país con la confrontación del Gobierno con las altas cortes y los partidos de oposición. Se cruzan acusaciones temerarias, imputaciones no comprobadas con sindicaciones genéricas y ambiguas, verdades a medias, para que vayan calando en la opinión pública, a la mejor manera de un dirigente político nacional del siglo pasado, quien inspirado en la "genialidad" de un orador romano de la antiguedad, solía aconsejar a sus copartidarios con una pasmosa tranquilidad: " Calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda". Nos encontramos entonces ante una coyuntura peligrosa, donde las providencias judiciales cuando no gustan o gustan a medias, son sometidas a un despiadado ejercicio de sombría y espesa hermenéutica, donde se esculcan presuntas motivaciones ocultas o perversas del juez o magistrado, o se acusa apresuradamente al opositor descalificando sus críticas con cortinas de humo, acudiendo a episodios pasados ya definidos judicialmente o suficientemente explicados, para dejar dudas sobre la autoridad moral del opositor, o las motivaciones ocultas de los fallos judiciales contrarios a sus pretenciones. Sabido es, que en un Estado de Derecho, los jueces en sus providencias, sólo están sometidas al imperio de la Ley, de conformidad con lo establecido en el artículo 230 de la Constitución Política, que el artículo 228 del mismo texto señala que la administración de Justicia es función pública, y que sus decisiones son independientes, y que el derecho a disentir no solo tiene protección de rango constitucional sino que está amparado en numerosos tratados y convenios internacionales que ha suscrito nuestra Nación en su devevir republicano. Nos queda entonces solicitar a los actores de estas agrias confrontaciones, que siendo los representantes de las màs altas esferas del poder público, sepan dar ejemplo a sus conciudadanos de serenidad, prudencia, y respeto a los fallos judiciales, pues tal como afirmaba el Gobernador de Santander Horacio Serpa Uribe en una genial frase que resume la situación actual: " En este país de locos, el único que no se puede dar el lujo de enloquecerse, es el director del manicomio"
ADENDA: Celebramos con beneplácito, el lanzamiento del libro " Cuentos Parroquiales para todo el mundo", del escritor, columnista de este diario y miembro de la "Asociación Caucana de Escritores". Horacio Dorado Gómez, este jueves a las 6 pm en el Paraninfo de Caldas. Es un texto ameno, fácil de leer, y muy patojo. En estos tiempos de poco apoyo a la cultura, no es fácil hacer literatura, Felicitaciones.