sábado, enero 03, 2009
¿Qué pasó con los buenos modales?
HORACIO DORADO G.
horaciodorado@hotmail.com
¿Qué pasó con los buenos modales?
Los buenos modales son el toque distintivo de la personalidad que irradian elegancia, naturalidad, sencillez y demuestran la buena educación. Aceptemos que en Popayán, las sanas costumbres cambiaron con los tiempos, pero lo que no podemos olvidar son los buenos modales. ¡Lástima, teníamos fama de cultos reconocida nacionalmente! Cuánta calidad necesitan los ciudadanos de hoy, sobre todo de buena educación. Se hace urgente volver a sembrar esos sentimientos elementales de buenas costumbres, que enseñaban en los bancos escolares como las formas de respeto hacia los semejantes: niños, mujeres y hacia los mayores, en edad, dignidad y gobierno. Tan necesarios para hablar seguros, pero con cortesía; firmes pero amables; hablando sin emociones desmedidas. Las relaciones con los demás requieren espíritu de observación, atención y “tacto”, es decir, valorar con prudencia todos los factores y la personalidad de cada uno. Los buenos modales se demuestran con gestos, igual que en palabras y hechos. Bien lo decía Horacio el poeta romano: “Nada impide decir la verdad sonriendo”.
Por esto, es importante aprender a sonreír, independiente del temperamento que posea cada quien. Tener el hábito de saludar sin importar la posición social. Mantener el tono de las palabras para no ofender al otro. Pensar antes de hablar. Francos pero con buenos modales. Ser conscientes del daño que hacen las malas palabras, pues los gritos son un combustible que en lugar de llamar la atención, desintegran el diálogo. Así como el detalle curioso del protocolo que indica, que retirarse de la mesa después de comer, es mala educación, también lo es, el que después de hablar, no hay que huir del recinto sin oír a la otra parte. Muchos adjetivos caricaturizaron a Popayán con motivo de la última visita del Presidente Álvaro Uribe. Yo por mi parte, interpreto el incidente de poco inteligente, burdo, incluso de mal gusto al ofender la dignidad que encarna la jefatura del Estado y por desgracia nada útil para quienes solicitaban soluciones.
Ahora bien, ya que cuesta tanto ir más allá de las palabras, ¿qué tan sabias o zafias las fueron las voces contra el Presidente Uribe? ¿Qué es zafio? Algo o alguien tosco o grosero. ¿Qué es soez? Algo o alguien ordinario, inelegante y de nuevo, una grosería invitar a casa para insultar. La insolencia, escribe Michel Meyer en su ensayo sobre la moral y la política, es una cualidad que las gentes virtuosas apenas soportan, ya que ven como una sospecha de lo que son, una fisura en lo que quieren aparentar. Entonces, fue una vergüenza nacional que Popayán sonara como ciudad descomedida. Lamentablemente cuando se habla de insolente u obsceno nadie se acuerda de una palabra ligada a ambas: Atrevimiento.
Civilidad: Insolente ejercer la democracia con hechos ofensivos
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