martes, enero 13, 2009

Niños: ¡a jugar mucho más!



POR_ Carlos Santa María


En pleno corazón de Santiago,junto a la galería Eurocentro en el transitado paseo Ahumada,se reúnen unos cuatrocientos jóvenes.La mayoría está con ropa negra en su totalidad, los labios pintados en los hombres también con un tono morado,la mayoría con un bolso tipo mochila en la espalda, algunas chicas con un conejito en sus manos al igual que ellos, las minifaldas con medias de algodón hasta las rodillas y los más aventurados con ojos artificiales color blanco o negro incluso. El pelo liso hacia un lado tapando su frente y la mitad del rostro. Según lo que expresan, la moda Pokemón en términos coloquiales les permite expresarse libremente,pasar desapercibidos, identificarse con los grupos de rock asiáticos y obtener un reconocimiento en su medio social. El deporte o la actividad física parece proscrita pese a que muchos tiene una figura bastante delgada.Lo preocupante de esta situación no se refiere al libre desarrollo de la personalidad ni al derecho que posee cada individuo a adoptar el modo de ser que considere adecuado.Lo anterior está vinculado a los procesos anteriores en su infancia y aprendizajes puesto que se ven carencias evidentes. En décadas pasadas l@s niñ@s jugaban con su creatividad y la restricción en los regalos debido a las carencias materiales y la lenta innovación que permitían una creatividad sin límites. Muchas chicas jugaban con sus muñecas , con los objetos de la casa, los animales y hacían historias inmensas junto a un grupo de compañeritas ;recientemente he visto como se juntan para comer y realizar convivencias basadas en la conversación, tan necesaria hoy día en tiempos de incomunicación. Muchos chicos disfrutaban de los juegos más sencillos a los cuales les daban un sentido único. Poseer cajetillas de cigarros importados para lanzarlas desde una altura pequeña con el fin de caer encima de otra era común, las canicas se convertían en una propiedad destacable y quien poseía aquellas que nadie tenía era apreciado,las tapas de gaseosas se convertían en ejércitos poderosos y se lanzaban a la caza de territorios en las arenas de la playa. Todo ello indicaba que el placer de jugar era un valor inmenso, rescatable y propio de una cultura propositiva. La teoría actual de que es fundamental entregar al niño desde temprana edad el máximo de información pone en entredicho sus espacios de goce reales porque lo hace sentir como un tonel donde lo que no se entregue ahora jamás será posible obtenerlo. Si se agrega la avalancha de mecanismos pasivos de entretenimiento como el televisor, computador, programas, donde usualmente perseguir al otro y destruirlo se convierten ene los únicos objetivos para escalar en una suma de números que lo convierten en un privilegiado del ataque, no parece reflejar los que se desea de nuestros niños para este presente tan conflictivo. La decisión más acertada es seguir impulsando los lapsos continuos de los niños en sus juegos para así agotar las etapas que fueron vedadas por obra de una tecnificación necesaria,aunque si es usada correctamente y coadyuvada por una transformación de la cultura propia de edades que requieren vivir en su propio proceso una niñez integral,se produce la vitalidad que las generaciones requieren para vivir plenamente.


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