lunes, agosto 18, 2008



País de roscas
CARLOS E. CAÑAR SARRIA
carlosecanar@hotmail.com
En el sistema y régimen político clientelista el Estado ofrece los recursos que posibilitan la intermediación e intercambio de prebendas y favores por votos. Quienes acceden a los cargos o puestos en las diferentes ramas del poder, por lo general son personas que cuentan con el visto bueno, el respaldo y el beneplácito de los partidos y demás sectores políticos que avalan sus nombres para que en el desempeño de sus funciones los representen y pueda retroalimentarse una especie de comercio laboral que impide democratizar la sociedad y afianza la inequidad y la injusticia en un país donde piman los oportunismos y las mezquindades.

La cacareada meritocracia, las denominadas empresas cazatalentos, los concursos de ‘méritos’ producen risa o ganas de llorar. Un sistema y un régimen político que descuidan y menosprecian los criterios meritocràticos para acceder al empleo, se deslegitiman fácilmente. Más aún, cuando la meritocracia se convierte en promesa de campaña e intenciones del Gobierno. En este sentido el presidente Uribe le mintió al país, así tenga la entereza de reconocer después de seis años del ejercicio del poder, la existencia del denominado “roscogramismo”: “A mí me criticaron porque había nombrado en la cancillería parientes de parlamentarios y finalmente pasé por encima de mi vanidad personal y acepté la crítica. Le dije al país con humildad que no volvería a pasar”. El Presidente, en términos generales reconoció haberle jalado a la politiquería, al nepotismo, al compadrazgo y clientelismo a la lata. Este último- vale la pena aclarar- no es necesariamente corrupción, pero decepciona notablemente a miles de colombianos que gracias al esfuerzo y al estudio han logrado convertirse en profesionales, con brillantes hojas de vida, excelente preparación académica, con valiosos conocimientos y sin embargo, se les coloca múltiples trabas a la hora de conseguir empleo digno y se les niega la oportunidad de realizarse plenamente.
Resulta desconsolador observar personas preparadas y capaces, remplazadas por una partida de analfabetos e incompetentes.
¿Cómo hablar entonces de acertada administración pública? ¿Cómo entender la modernización del Estado? ¿Cómo concebir la legitimidad de las ramas del poder público?, etc. Reiteramos en la tesis del colega columnista Daniel Samper Pizano: “En Colombia no sólo están mal repartidas las riquezas sino las oportunidades. Unos nacen con el nombramiento en el pañal, y otros no consiguen empleo estable nunca. Entre los primeros figuran miembros de las familias tradicionales de Colombia y los parientes de los políticos momentáneamente útiles. Entre los segundos casi todos los colombianos”. Algunos consiguen ascender venciendo enormes dificultades, sacrificándose para estudiar y, de vez en cuando, haciendo venias y tragando sapos. Otros, ni así.” Y agrega: “Una revisión de la nómina oficial muestra lo bueno que es pertenecer a un clan privilegiado. Abundan allí hijos, hermanos y parientes de los jefes políticos…”

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