(Por: Rodrigo Cerón Coronado)
Dicen que en el Concejo del Municipio de Popayán tienen asiento varios de los asociados, dueños y accionistas de las empresas que manejan el servicio de transporte público en la ciudad. Dicen, digo, porque no me consta, así como también se habla de que son los propietarios de dichas empresas quienes financian las campañas para la alcaldía. Debe ser esa la razón del caos del transporte en la ciudad. Debe ser así, pues si no lo es, solo la negligencia de la administración municipal, la bestialidad de los usuarios y conductores, y el modelo de negocio, serían causas obligadas del descontrol existente.
Dicen que en el Concejo del Municipio de Popayán tienen asiento varios de los asociados, dueños y accionistas de las empresas que manejan el servicio de transporte público en la ciudad. Dicen, digo, porque no me consta, así como también se habla de que son los propietarios de dichas empresas quienes financian las campañas para la alcaldía. Debe ser esa la razón del caos del transporte en la ciudad. Debe ser así, pues si no lo es, solo la negligencia de la administración municipal, la bestialidad de los usuarios y conductores, y el modelo de negocio, serían causas obligadas del descontrol existente.
Los payaneses ya nos hemos acostumbrado a la bárbara forma de conducir de los transportistas, pero hoy en día, es una vergüenza que circulen cientos de las mismas rutas, que uno no quepa (ni siquiera yo, a pesar de mí corta estatura) en los colectivos, que sigan habiendo buses, que exhalen humo negro en cantidades claramente por fuera de lo permitido (o de lo racional), que paren en cualquier sitio, que piten como esquizofrénicos, que sigan con la convicción anacrónica de que por tener un carro más grande pueden arrojarse sobre uno más pequeño sin ninguna responsabilidad.
Pero las causas que provocan los atropellos que se cometen, tienen su razón de ser también por nuestra cultura de pueblo ignorante. Por ejemplo: ¿Por qué no somos capaces de esperar en los paraderos de buses? ¿Por qué nos ubicamos cada uno a un metro del siguiente pasajero, llevando al conductor a parar a cada momento? ¿Por qué si timbramos para nuestra parada, empezamos a insultar al conductor por no detenerse en el preciso instante en que apretamos el botón?
Eso en lo que nos compete a los pasajeros, pero ¿y a las autoridades? Por ejemplo: ¿Por qué no hacen inspección de los automotores para ver si cumplen con las normas mínimas de espacio, higiene y seguridad? ¿Por qué es que no les ponen multas? ¿Por qué no se delimitan claramente los espacios para embarque y desembarque de los pasajeros, construyendo paraderos y señalando los sitios? ¿Por qué no se eliminan los buses y se controla el número de vehículos para cada ruta según la demanda?
Y en lo que le toca a las empresas, ¿Por qué no se hace un estudio serio sobre las necesidades de cada ruta? ¿Por qué no se le exige a los propietarios del vehículo el pago de un salario a los conductores, evitando así que tengan que parar en cualquier sitio para poder completar lo del día?¿Por qué no se sanciona a los conductores que pitan como poseídos, que circulan a velocidades peligrosas?¿Por qué no exigen a los pasajeros pagar con billetes de una denominación menor o igual a $5.000 pesos, o por qué no se venden abonos en las tiendas, evitando que el conductor maneje con un ojo en la vuelta y el otro en el vía?
La respuesta la sabemos todos: Porqué no nos da la gana.