CARL SCHMITT, PROFESOR DE LA universidad de Berlín durante el nazismo, afirmaba que la política necesita enemigo. El nazismo trató de justificar sus crímenes declarando enemigos a los judíos, a las minorías étnicas como los gitanos o a los disidentes de la ortodoxia sexual. Berlusconi ha declarado como enemigos a los gitanos y a los inmigrantes norafricanos.
El enemigo es importante también para el negocio de las armas y la consolidación de los Estados militares. En algunas ocasiones el enemigo es real, pero a veces se sobredimensiona o se crea. Durante la dictadura Argentina, el diferendo con Chile por la soberanía del Canal de Beagle fue un pretexto para iniciar una aventura de construcción de plantas nucleares, como dirían hoy los dirigentes iraníes, sólo con fines energéticos. Hicieron de Inglaterra un enemigo real, la pérdida de la guerra de las Malvinas fue el catalizador que permitió la caída del régimen dictatorial.
Hace unas décadas Perú estuvo en bancarrota, debido a la compra de armas que la dictadura militar socialista realizó con el pretexto de prepararse para una eventual confrontación con Chile, el fútil motivo era la conmemoración del centenario de la Guerra del Pacífico.
Entre los países centroamericanos sólo Costa Rica renunció a crear un enemigo externo y eso le ha permitido prescindir de un ejército nacional; un país pequeño no podría sostenerlo. Los otros países, de tanto en tanto, realizan escaramuzas o guerras limitadas para justificar su gasto en armamento. Los motivos de guerra pueden ser los resultados de un partido de fútbol.
En Colombia la ceguera política de las Farc ha permitido, como reacción, tener un ejército sobredimensionado en hombres y en presupuesto. Una de las razones por las cuales ha sido difícil la construcción de una oposición civil ha sido el accionar de las armas de la guerrilla. Hoy no tienen ninguna justificación y la reivindicación histórica que plantean sobre el ataque a Marquetalia y el exterminio de la Unión Patriótica deben buscarla en una negociación y no manteniendo una guerra degradada. El secuestro los ha transformado de guerreros en carceleros.
Si, como afirma el Gobierno, los guerrilleros están casi liquidados, la pregunta que sigue es: ¿se reducirá el gasto militar y el pie de fuerza? Parece que no y aquí aparece un enemigo externo para reemplazar al interno.
Por supuesto, los candidatos iniciales son los países fronterizos Ecuador y Venezuela; los pies de fuerza son 57.000 y 115.000 hombres respectivamente; con Perú no hay problema a la vista y con Venezuela la sensatez parece estar aflorando. Es interesante mencionar que el pie de fuerza sumado de los tres países es de 282.000, que se compara con los 254.000 de Colombia. Las diferencias, afortunadamente, no hacen prever ningún enfrentamiento real; de pronto, y ojalá no, unas escaramuzas.
Con Brasil, hasta ahora, las relaciones son muy buenas, a pesar de que el computador de Reyes, que es una verdadera Wikipedia, trata de crear fricciones. El tamaño del ejército colombiano es similar al brasileño.
Para tranquilidad de quienes no lo ven con buenos ojos, ya se está pensando en colaborar con conflictos bien lejanos. La posibilidad de enviar tropas hoy a Afganistán, mañana a cualquier país del mundo, les llega en un oportuno momento.
Rector Universidad Jorge Tadeo Lozano
José Fernando Isaza