“…no nos hemos atrevido a enfrentar el fracaso de las Humanidades… Steiner
http://www.elortiba.org/discep.html
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Colombiano
Los renancentistas, los fundadores de las universidades y los pensadores de la Ilustración llamaron littera humanior –letras más humanas- a la filosofía, al arte, a la historia. Preciso nombre a partir de la lengua que se utilizaba para escribir y comunicarse en esa época, el latín. No es una expresión arrogante, ni mucho menos. Incluía las ocupaciones “liberales”, que se distinguían de las técnicas. Ambas caracterizan al hombre. No las realizan el mico o el perro, los vegetales ni las amebas. Ellos no hacen puentes ni elaboran teorías ni descansan con quitasol en una hamaca.
No quisieron decir que escribir historia haga más hombre a quien lo escribe. O que Aristóteles y Porfirio autores de la lógica formal y sus figuras sean mejores que Le Corbusier, Salmona o Einstein. Sólo que dedicarse al arte, a trasladar las melodías que habitan en la mente al pentagrama y al corno, a figurar con el color ideas y sentimientos en un lienzo es una actividad que a la par que produce una obra duradera es relax y no agobia a quien la crea. ¿Será menos meritorio –o humano- que Miguel Ángel hubiera dejado a las centurias La Creación o el David, que quien diseñó el buque o el avión?
No es claro si en El fin de las humanidades* Steiner se pregunta, ironiza o afirma que las humanidades son poco menos que juegos fatuos. Queda la sensación de que echa por la borda las preguntas sobre la existencia que se dirige el hombre para hacer un alto en el camino o los poemas de Neruda en que canta su amor en lontananza o la caracterización patética que hace Shakespeare en Otelo o Hamlet. No se sabe si las despectivas y simplistas frases con que se califica a estos y otros autores son suyas o las pone en boca de los detractores de la antropología, la poesía y el teatro, expresiones éstas cimeras del ingenio humano.
¿Se alía Steiner, con arrogancia, con los adoradores de ayer y de hoy de las matemáticas, de la tecnología digital, de la investigación y el desarrollo? Ese es un viejo truco y barata teoría. Intentar hacer creer que vale más un teorema que un principio ético, que hizo más por el mundo Ford con su prototipo que los locos Whitman, Fellini, Santos Discépolo, Gardel, Wilde o García Márquez. En verdad, creerá que un joven pierde el tiempo si aprende hoy flauta traversa o si acude a un recital de la Varela o a una obra de teatro? ¿No será que medio mundo, se ocupa de la técnica - ¡!¿? -, un cuarto hace poesía, música, baila y echa globos y el otro cuarto se dedica a criticar y a no dejar hacer?
Qué aburrido sería el mundo - y no mejor -, si todos clavaran sus ojos en los métodos, en las probetas y en los laboratorios, si todos hicieran cálculos, si todos estuvieran sudando en fábricas de carros y de armas o reciclando en papel los árboles de la selva. Si tumbáramos los teatros, los estadios, los museos, y si se murieran todos los que sueñan, los que cuidan pájaros, flores, mariposas y micos en la reserva o en el zoo. Si no halláramos aunque fuera en el disco de un bar a un loco “con medio melón o una peluca de alondras en la cabeza” “Qué cosa fuera” este mundo con gente toda cuerda y sabia. Qué haríamos los pobres ignorantes.
Me disculpará Steiner, pero yo me harté de enseñar metodología y no considero que los que perdieron la materia sean peores especímenes humanos, littera insanior, y que yo haya cometido un crimen por dejarlos en remojo. Este siglo 21 “es un despliegue de maldá insolente ya no hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos”.
31-07-08 8:11 p.m.
* El Heraldo, de Barranquilla. 29-07-08
http://www.youtube.com/watch?v=7mA7uyivl6E silviorodriguez