viernes, mayo 09, 2008

UNA MADRE INIGUALABLE




POR ALVARO GRIJALBA GOMEZ


Gracias al Todopoderoso ese bondadoso Dios que aún nos permite dentro de su infinita generosidad disfrutar de nuestras madres, esas mujeres tiernas y cariñosas que nos nutrieron con sus senos, nos mecieron en sus regazos, nos arrullaron con sus cantos y aún nos colman de caricias y ternuras que jamás olvidaremos.


Myriam Gómez de Grijalba, nuestra Madre, esa inigualable mujer llena de amor y de comprensión, de desprendimiento y entrega, hoy con sus ocho décadas de ejemplar existencia ya dorados sus cabellos, sigue conservando su imborrable alegría de vivir, su alma noble y su espíritu puro para seguir siendo esa permanente luz que alegra nuestros corazones.
Dios nos premió con una madre sin igual, con una mujer bella, sensitiva y delicada, de franca sonrisa siempre a flor de labios, una madre que supo querer y comprender a nuestro padre que la amó y con sus manos unidas construyeron nuestro hogar.
Nuestra Madre, ex alumna franciscana y de la Normal Superior de Señoritas donde se graduó, a sus quince años, como maestra y educadora, ha forjado generaciones enteras de niños y jóvenes que aún la recuerdan con profundo cariño, admiración y gratitud, porque de ella recibieron sus primeras letras, aprendieron a leer y a escribir y sobre todo a ser ciudadanos de bien.
Durante sus más de cincuenta años de servicios a la educación pública en distintos centros de formación académica de la ciudad, escuelas y colegios, como directora de los mismos, dejó una imborrable huella por sus excelsas virtudes de intachable mujer, esposa, madre e institutora inigualable.
Ejemplo de excelencia, moralidad, pulcritud, sabiduría, de optimismo, canta, pinta, borda, declama y lo que nunca ha dejado de hacer en todos los instantes de su vida, reza y ora a Dios por sus hijos, sus nietos, sus nueras y sus yernos y por todos los seres que ama y la aman.
Doña Myriam, como cariñosamente la llaman quienes tienen la fortuna de conocerla, es una matrona plena de bondades, de desprendimientos, que cautiva con el cariñoso y amoroso trato que da todas las personas sin distingos, irradiando ternura y afecto por doquier.


Nuestra madre, es esa bella mujer que nos ha regalado su vida sin esperar nada, esa amorosa mamá pendiente de todo y de todos, esa maravillosa mujer que se sacrifica para darnos felicidad, aliento y alegría, que siempre nos sonríe y con su infinito amor nos dio alas para volar.
¡Gracias a Dios por nuestra Madre, esa hermosa vida que es vida, que es fruto y cosecha de la vida, que es espacio infinito de vida y prolongación de la misma. Gracias Señor!
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