Escrito por Ferney Meneses
Un gran porcentaje de caucanos y del resto de colombianos, parece haber perdido la capacidad de asombro, la solidaridad, la sensibilidad humana y social ante tanta barbarie cometida por el mismo Estado, el gobierno, algún vecino y por cierto, por cualquier país con poder. Las razones son diversas. Entre ellas, por ejemplo que a diario los medios masivos de información y comunicación bombardean los sentidos y los “sentimientos” de los receptores con noticias desastrosas, desalentadoras, patéticas, casi vacías de sentido humano. De igual manera, el que muchas personas estén mejor que otras en sus condición socioeconómica, hace que no se inmuten por el prójimo (viene de próximo, cercano) o por el necesitado, ya que parece que ponerse en el lugar del otro no es una opción de vida o hasta una pequeña intención, así sea fallida.
Por otra parte, los rezagos de la cultura hispánica en nuestro caso, no han permitido avanzar en ese individualismo que de alguna forma obstaculiza trabajar en equipo, para todos, para el progreso integral de los colectivos. Lemas como “Sálvese el que pueda” hacen carrera a diario, confabulándose con la soterrada ideología del neoliberalismo. De igual forma, el relativismo, incide en que todo parece que es normal que suceda, que así se asuma, que se desideologice lo clásico, lo tradicionalmente vivido por sus contundentes y vigentes bases, en fin, todo indica que si sucede, es porque debe ser así.
En ese panorama, la ética, cualquiera que sea su origen, importa un bledo. Acontecimientos como la pedofilia de algunos sacerdotes, el incesto no denunciado en miles de hogares, las alianzas de muchos congresistas con los paramilitares, la manipulación de los otros que le son útiles al gobierno para su reelección (tantos y tantas Yidis Medina), la violación continua de los Derechos Humanos de niños, jóvenes y adultos, la manipulación de la información, las alzas en la gasolina (cinco veces este año), el tráfico de la vida en todas sus dimensiones, ente otras imbecilidades que ocurren, hace que a usted o a mí, ya no nos afecte que todo eso pase y más, si no toca directamente con nuestra familia o con nuestro YO.
Sí, de tanto ver, observar, oir, escuchar, esquivar e ignorar, definitivamente se creó un escudo ante lo que ocurre en esta sociedad. Sólo me importo yo o los míos. Lo demás le ocurrió a otros y ¿qué? Es el hastío que cauterizó la sensibilidad humana.