por: Fabio Arévalo Rosero MD
"Cuenta el abuelo que de niño el jugó entre árboles y risas y alcatraces de color, en ríos transparentes y sin olor donde abundaban peces y no sufrían ni un dolor.
Cuenta de un cielo muy azul en donde voló papalotes que el mismo construyó. Hoy me pregunto después de tanta destrucción en dónde diablos jugarán, los pobres niños… Se está quemando el mundo, ya no hay lugar." Maná.
Los modelos urbanos que nos imponen las decadentes clases de poder, no son más que muestra genuina de las ciudades antipersona. Una inmensa minoría privilegiada quiere dominar el mundo a expensas de los males de la mayoría. Quiere mantener ventajas que le otorga la perversa estructura piramidal donde solo los de arriba disfrutan de los mayores beneficios, mientras los de la base y las mayores franjas, deben venirse a menos al tener que servirles a unos pocos.
En nuestras ciudades, menos del 20% de las personas se benefician del carro particular. Y es este el artefacto que ocupa la mayor parte del espacio público, provocando uno de los mayores desequilibrios en la sociedad. Además sumados todos los autos privados, son los responsables de las mayores emisiones de CO2, el gas invernadero por excelencia que está destruyendo al mundo y provocando las mayores catástrofes de la humanidad.
Es hora de actuar y frenar el abuso de los privilegiados que se creen con derecho a maltratar a la gente imponiendo sus inequitativas normas en el espacio público. Se deben causar restricciones a los autos particulares volviendo más peatonales y ciclables las ciudades. Aunque el "pico y placa" es una medida desesperada (hoy necesaria) debe iniciarse con los carros oficiales para dar ejemplo. Más parques, senderos peatonales, andenes anchos y ciclorrutas, son prioridades en una ciudad moderna y pensada para todos. Un lugar donde los niños puedan transitar sin miedo y contar con generosos espacios para jugar.
Lo que esté al alcance de los niños, está al alcance de todos. Son urgentes estrategias de educación ciudadana que permitan aprender el modelo de ciudad que nos merecemos con ejercicios ciudadanos que dejen un saldo pedagógico. Iniciar con acciones como peatonalizar transitoriamente importantes calles, tener una masiva ciclovía dominical, hacer actividades lúdicas en el espacio público y un proceso de certificación de conductores y actores del espacio público. Gestiones que deben ir unidas a medidas de acompañamiento para la gente en el marco de un programa de "Cultura ciudadana y convivencia".
El excesivo uso de vehículos de motor se ha constituido en amenaza para las personas y ha desplazado a los niños a unas trincheras nocivas. Es urgente desmotivar el uso del carro generando colapso para demostrar que su empleo excesivo no paga. Son necesarios estacionamientos más costosos, mayores impuestos sobre la gasolina y posteriormente como en Buenos Aires y Londres habrá que poner peajes para entrar al sector urbano. De seguir privilegiando a una minoría ostentosa, nuestro poder seguirá creciendo más que nuestra sabiduría y nuestros niños ¿Dónde jugarán?