por: Fabio Arévalo Rosero MD*
La democracia tiene sus costos en cualquier rincón del planeta. Puede ser el país más próspero o el más pobre, para ninguno es fácil hacer que las mayorías tengan acceso a mejores posibilidades. En el mundo del fútbol la situación es idéntica. El reino de la FIFA, por la naturaleza del juego, se ve obligado a tener mayores consideraciones, incluyendo a rimbombantes programas de carácter humanitario.
Uno de los asuntos más controvertidos y difíciles de manejar ha sido el tema del juego en alturas considerables sobre el nivel del mar. A pesar de los argumentos y el apoyo de la ciencia, se han dado bandazos al reglamentar inicialmente las competiciones solo por debajo del 2500 metros sobre el nivel del mar (msnm). La controversia fue mayúscula con manifestaciones entre lo folclórico y lo científico.
Hoy hay nueva disposición, tal vez como producto de las presiones y manifestaciones anteriores. La decisión de la FIFA de vetar la realización de las eliminatorias mundialistas en cualquier ciudad que esté encima de los 2,750 metros sobre el nivel del mar (msnm). Esta medida del máximo organismo del balompié mundial tiene muy serias consecuencias no solo para el deporte sino para el conjunto de la humanidad.
Uno de los pilares fundamentales de la deportividad y del olimpismo, como matriz de la competición, es fomentar la fraternidad entre los pueblos. Brindar mayores oportunidades a todos, ha sido parte esencial de su filosofía de la participación, lo cual exige entrar en competencia en condiciones de igualdad. En los mundiales de fútbol participan más de 200 países, todos los cuales tienen el derecho de jugar como anfitriones en sus respectivas tierras.
Sin embargo, el veto de la FIFA quiebra ese espíritu de universalidad y democracia. Las selecciones más afectadas no están en Europa ni tampoco son Brasil o Argentina. Muchos países asiáticos, africanos, además de Bolivia, Perú y Ecuador, se verían censurados para jugar como locales. Es como volver a los tiempos de Hitler cuando en las olimpíadas de 1936 vetó a la selección peruana. Sin embargo, las connotaciones de ese dictamen de la FIFA, discriminan a mucho pueblos montañeses o del altiplano en el mundo.
Es cierto que el desempeño atlético en alturas evidentes no es un mito. Los deportistas se afectan por la baja presión de oxígeno, lo cual puede alterar el rendimiento de los no acondicionados. Pero hoy existen procedimientos técnicos y científicos para evitar ante todo los riesgos en la salud (totalmente controlables en atletas serios), y también las alteraciones en el rendimiento. Esto exige una inversión adicional. Pero son los costos de la democracia en el fútbol que definitivamente hay que pagar.
fabio121@gmail.com
*Especialista en ciencia deportiva