lunes, mayo 19, 2008

La Ley para los que no tienen vísceras




por: Diógenes Díaz Carabalí

Todos estamos de acuerdo que los paras no son unos angelitos. Que sus vísceras les han permitido cometer los crímenes más horrendos, comparables a los holocaustos de las peores épocas en la historia. Por eso, sin decir que el narcotráfico no sea un crimen terrorífico, los delitos de lesa humanidad cometidos en Colombia contra la población inerme, deberían haber sido la principal preocupación de la autoridad nacional, y ahí tenemos que incluir al señor Presidente de la República.
Las masacres indiscriminadas, cercenar a sus víctimas con una motosierra, despedazar un cadáver a filo de machete, son escenas que no serán borradas de la mente de varias generaciones de colombianos, y no solo para los nacionales, sino que constituye vergüenza para toda la humanidad. Además de la expropiación de bienes a personas indefensas y el desplazamiento obligado de miles y miles de ciudadanos, que, ante la ley, claman por su reparación, y con toda justicia.


¿Por qué primó en el gobierno la reclamación norteamericana por narcotráfico para los jefes paramilitares? Y, ¿por qué la resignada actitud de los jefes ante su traslado al avión de la DEA? Sin hilar muy delgado da para crear dudas sobre los motivos de esa extradición, que de todas maneras debería dar vergüenza a la justicia nacional por no contar con la capacidad ni los mecanismos para castigar a nuestros delincuentes; acudir a la amenaza de la extradición como mecanismo represivo es incomprensible.
Lo cierto es que la presencia de los jefes paramilitares en el país es incómoda para mucha gente. Personas involucradas en las altas esferas del poder: del gobierno, de los gremios, de las fuerzas militares, parecen temblar cada vez que estos señores abren la bocaza. Ya existen varios políticos, muy cercanos al mismo Presidente, involucrados con los delitos y con las organizaciones paramilitares, en una verdad a medias que ellos han declarado, sin comprometerse ni comprometer a todos los responsables en su accionar. Sin duda si decidieran contar todo lo que saben, como el dicho vulgar de la calle: “!Volaría mierda al zarzo”!
Lo extraño es que frente a lo que sucede en este país nada pasa. Como si aplaudiéramos de manera tácita las acciones de estos bandidos, y más las acciones de sus auspiciadores. En la misma “cuna de la democracia” un presidente se cayó por algo más sencillo: espionaje a una campaña rival, que no puede ser un delito tan grave en la escala de la moral humana. Aquí, con medio congreso involucrado, y una reforma constitucional para reelección hecha de manera irregular, el país del sagrado corazón permanece como si nada. Sería una vergüenza adicional, que las victimas tengan que acudir a los tribunales internacionales para conseguir que castiguen a estos genocidas. Es posible y costumbre que el gobierno norteamericano negocie, y se repita la historia del sonado caso de Carlos Ledher, que a propósito: ¿En dónde estará de vacaciones?



FACEBOOK

https://www.facebook.com/profile.php?id=711839823