jueves, mayo 29, 2008
EL BAZAR DE LOS HIPÓCRITAS
Me levanto dispuesto a crear un mundo distinto. Cualquier día es perfecto para inventar, me asomo a la ventana, y recuerdo que en la biblioteca hay un libro que no he leído, una especie de novia abandonada que añora mis caricias.
El mundo tiene que ser inmaculado, transparente, casi blanco. Un pueb
lo con familias numerosas y perfectas, sin mongólicos, ni homosexuales, ni discapacitados, ni meretrices, ni abogados, ni fanáticos, ni comerciantes, ni torcidos, ni políticos, ni estafadores, ni uniformados, ni esquizofrénicos, ni poetastros, ni tarados, ni desplazados, ni extranjeros, ni negros, ni indios, ni comunistas, ni pobres, ni ancianos, ni apellidos rancios, ni… un reino perfecto, lleno de luz, riquezas e hipócritas por montón.
En este mundo, cuando la gente hable sus palabras serán de alabanzas, mimos y mentiras. Reinará la sutileza y las palabras disimuladas, se educará para la hipocresía, se idolatrará sin méritos a cualquiera, y se tirarán flores a los cerdos. Se estrechará la mano, se abrazará, se le sonreirá y se negará al otro antes de venderlo, negarlo y traicionarlo.
En mi mundo, el que diga la verdad, el que se atreva a criticar o cuestionar, el que pronuncie a destono una realidad, el que evidencie el dolor, la podredumbre, la pobreza, la incapacidad, la inseguridad, o el mal funcionamiento de las cosas, las instituciones o la gente, será desterrado, descalificado y silenciado.
En mi mundo se enseñará a hablar a espaldas, sin sostenerle a nadie; la universidad de la vida diplomará de chismosos, insinceros, embusteros, falsos, lambones, sapos y morrongos, al que quiera. Las mujeres controlaran la sinceridad de sus maridos a cantaleta limpia; los patrones tendrán controlada la lengua de sus empleados con amenazas; las iglesias y los medios de comunicación formarán la mentalidad de los falsos, de los judas, de los fariseos y fingidores. La ley y las autoridades será el terror de los que hablen con franqueza.
Seremos felices en las mentiras, porque todo será bueno, bello, seguro, feliz, excelente, de mermelada con rosas. Los periodistas serán lambones a morir, y las mentiras de los políticos que prometen y le dicen a todo “si”, no avergonzarán a sus hijos, ni siquiera a sus conciencias.
Me tomo un sorbo de café, me desperezo, me digo que ese mundo es imposible. Que ni siquiera cabe en la imaginación, que no vale la pena. Porque una sociedad sin críticos, sin debates, sin puntos de vista diferentes, sin verdades… es demasiada pobreza mental.
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