por: CARLOS E. CAÑAR SARRIA
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Platón considera la Ética como la más importante de las ciencias. Resulta más esencial conocer las leyes que deben regir la conducta humana, las leyes de los bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto. Innegablemente todos los hombres buscan la felicidad y asumen diferentes patrones y criterios. ¿Es más feliz la vida justa que aquella desprovista de toda dirección moral? ¿Acaso no prospera el pícaro, el ambicioso, el egoísta, el explotador, el corrupto? ¿Será que hace más feliz la práctica del vicio que la virtud? ¿Es más feliz el hombre justo que el injusto?
De la relación directa entre la justicia polìtica y la felicidad del Estado, se deduce la moralidad en cada individuo. Estima nuestro filósofo que el Estado es la suma de los individuos y por lo tanto no es posible presuponer un Estado justo conformado por individuos injustos, ni un Estado feliz conformado por individuos infelices.
La justicia polìtica consiste en que cada uno de los órdenes en que se divide el Estado desempeñe la función que le corresponda. En este sentido, a los magistrados les compete dirigir los intereses del Estado en procura del bien común, a los guardianes proteger el Estado de enemigos internos y externos, a los campesinos y operarios les atañe la función de sustentar la vida material del Estado. Por lo tanto en un Estado injusto las funciones de los órdenes se encuentran trastocadas: donde quienes por naturaleza y por educación están preparados para gobernar y sin embargo están dedicados a las tareas del campo, o viceversa. Un Estado es tanto más feliz cuanto más justo. Concibe cinco aproximaciones al Estado ideal: aristocrático, timocrático, oligárquico, democrático y tiránico. El primero es el estado ideal y está dirigido por los filósofos, hombres prudentes y sabios; el peor el tiránico, es un Estado de terror, de adulación, de esclavitud, la ley es el capricho del tirano. Considera el Estado democrático como caótico, de luchas intestinas, aquí todos quieren mandar y nadie obedecer y donde la ley y el orden se remplazan por el libertinaje.
El Estado es como un individuo aumentado miles de veces. Virtud y felicidad del Estado son las mismas del ciudadano. Para Platón es rentable ser justo, la justicia es armonía consigo mismo, paz y bienestar. La felicidad no está en el poder, en las riquezas, en el libertinaje.
Oportunas las reflexiones de Platón en nuestra sociedad sacudida por tantos dilemas y cuestionamientos morales.