Aunque, como muchos ya saben, estoy vetado por el presidente de la Junta Pro Semana Santa para asistir y reseñar sobre las actividades de esta organización, porque no escribo para los grandes medios (?), quiero desde este modesto periódico (sin permiso de nadie) manifestar mis felicitaciones a las personas que hicieron posible ese cruce de esplendor, arte y estética a través de las procesiones. La magnificencia y el compromiso demostrado por cada uno de ellos, hicieron que tuviéramos una Semana Santa en Popayán bellísima y sin precedentes.
Nunca me sentí más orgullo de ser payanés que esta semana contemplando sus procesiones. Tanta pasión y entusiasmo de parte de los cargueros, sahumadoras y toda esa multitud de semanasanteros(as) que trabajan para la excelencia manifiesta, motivan a vivir con solemnidad la tradición que más nos identifica y nos debe unir como habitantes de la ciudad blanca.
El mito que reza: “La Procesiones de Popayán son las más bellas del continente”, sigue vivo, es cierto y no cabe duda; el mundo entero pudo ser testigo de ello a través de las transmisiones de radio, televisión e interné que se hicieron tanto desde los medios locales, como desde la red de canales de televisión que reseñaron con lujo de referentes históricos cada una de las noches mágicas que extraños y payaneses pudimos vivir con la piel de gallina y nudos en la garganta.
Hay que destacar el trabajo de las mujeres, cada vez más denotativo y protagónico. Baluartes de belleza, compromiso y devoción que hacen de nuestra fiesta religiosa un asunto para la gracia de Dios, con un orgullo ajeno a la vanidad. Porque han sido, y son nuestras madres las que enseñan en casa el respeto y la necesidad de preservar un patrimonio que nos llena de orgullo.
Cada Procesión, al igual que cada acto litúrgico para el cual nuestros sacerdotes sacan a relucir toda la carga poética y significativa “de la pasión y muerte” del Cristo que nos identifica, permitieron seguir construyendo la ciudad amada y sin fronteras que año tras año, con devoción y admiración es visitada por miles de peregrinos.
Los foráneos, los emigrantes, la gente que ha llegado por azar para quedarse a vivir en Popayán, los turistas, los comerciantes y las nuevas generaciones han venido entendiendo que Las Procesiones son un asunto de cultura, pero también de profundas raíces religiosas que tenemos que apoyar y defender; y donde, si no se participa directamente, se respeta y admira sin vacilaciones. ¡Gracias semanasanteros!