Domingo 30 de marzo, 2008
De: Mario Pachajoa Burbano
Amigos:
Veinticinco años hace que el terremoto de Popayán cerró una etapa histórica quecomenzó con la llegada del Adelantado Sebastián de Benalcázar y su gente, y fundóla Ciudad Blanca.
Julio Herney Narváez Zapata ha escrito la crónica que transcribimos en esta ocasión.
Cordialmente,
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Dieciocho segundos de zozobra
Escrito por Julio Herney Narváez Zapata Domingo,
30 de marzo de 2008 - El Liberal.
Foto/Tomas Pachajoa-Burbano
Ese fatídico día, a las 8:13 de la mañana, un movimiento telúrico de 5,5 en la escala de Richter 'azotó' a la capital de los caucanos con toda la furia de la naturaleza, dejándola postrada en un ambiente de miseria y desolación.El miércoles 30 un fuerte aguacero acompañado de un vendaval -en plena época de verano- estuvo apunto de impedir la realización de la procesión del Amo Jesús que sale del La Ermita. Fueron casi tres horas de lluvia constante y fuertes corrientes de viento que levantaron algunos techos de varias edificaciones. La lluvia cesó y los cargueros llegaron puntuales al templo más antiguo de la ciudad para dar inicio a la segunda procesión de la Semana Mayor. Luego, esa noche, el paso de La Dolorosa estuvo a punto de irse a tierra mientras era sacado de la parroquia.Dieciocho segundosLa ciudad amaneció desolada como es costumbre por estos días santos, pues los 'patojos' descansaban luego de la segunda procesión del programa semanasantero y recargaban 'baterías' para lo que sería la tercera del Jueves Santo: la del Señor de la Veracruz que partiría del templo de San Francisco.Un sol radiante bendecía las primeras horas del día y todo presagiaba una jornada esplendorosa llena de recogimiento espiritual para lo que sería el primer día del Triduo Pascual, en el cual la Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena de Jesús, y del Sacerdocio.De un momento a otro, un estruendo nunca antes percibido por payanés alguno, brotó de la nada y rompió la tranquilidad que se vivía en aquel inolvidable Jueves Santo. A las 8 horas y 13 minutos la tierra emitió un gemido espantoso que erizó la piel hasta del más valiente de los pobladores de la 'Ciudad Blanca', desde El Placer hasta Alfonso López y desde La María Occidente hasta Los Sauces.Y casi que de inmediato, una gigantesca nube de polvo cubrió por completo el Centro Histórico de Popayán, cuyas edificaciones construidas en adobe colapsaron ante la fortaleza del temible sacudón.Igualmente sectores como El Cadillal, Pandiguando, La Esmeralda y los Bloques de Pubenza sufrieron con el 'azote' inclemente de aquel fenómeno natural. Los apartamentos de este último cayeron al piso cual castillo de naipes que se desploma ante el más mínimo de los movimientos.En la vía al Santuario de Belén, el asfalto no resistió y se abrió con el crujido del sismo que quiso tragarse de un bocado la cruz de piedra [foto adjunta] que fue puesta en el sitio, con la intención de librar a la ciudad de este tipo de catástrofes. Cesó la horrible...Luego un profundo y largo silencio se apoderó de la ciudad y todos sus alrededores. El tiempo se detuvo y con ello el desconcierto de todos sus pobladores, quienes atónitos empezaron a correr por las calles de la ciudad como verdaderos judíos errantes, esquivando la 'lluvia' de tejas y los escombros que medio se veían por la densa niebla gris que tardó mucho en desaparecer.Las sirenas de los vehículos de socorro y de la policía se escuchaban por doquier y las luces rutilantes de los mismos permitieron observar la magnitud de lo acontecido. Dos horas después del terremoto, el presidente de la República Belisario Betancur procedente de Neiva hizo su arribo a lo que quedó de ciudad y en compañía de la gobernadora Amalia Grueso de Salazar realizaron un recorrido por los sitios más afectados.Popayán vivió así el momento más trágico en su larga historia. La confusión hizo su aparición en medio de la miseria, la pobreza y el dolor de los que sobrevivieron para contarlo.