Los seudo partidos uribistas en lugar de estar preocupados recogiendo firmas para una segunda reelección del Presidente, debieran interesarse en dejar gobernar a su jefe para que se dedique de lleno en lo que le queda de segundo mandato, a hacer posible la economía social y contribuir en remediar las profundas desigualdades socioeconómicas que aquejan la sociedad colombiana, consideradas causas objetivas de la violencia. Los aciertos en la política de Seguridad Democrática que muchos consideran evidentes debido a la mayor tranquilidad en las carreteras, al arrinconamiento de los grupos subversivos que parecen diezmarse cada vez más, a la disminución de los secuestros y de actos terroristas, entre otros aspectos, hacen que vean al Presidente como insustituible, predestinado para enfrentar hecatombes y demás males que puedan sobrevenirle a la patria.
“Viéndolo bien, los uribistas desean prolongar la presidencia de Uribe, más que todo para seguir degustando las mieles del poder”, así lo señala en reciente artículo la columnista de El Tiempo, Lucy Nieto de Samper. En otras palabras -con contadas excepciones- no es porque les cautive tanto a los uribistas el Presidente o les preocupe los males del país, sino porque se buscan a sí mismos. Quizás por ello, el cacique político desgastado del Viejo Caldas, Luis Guillermo Giraldo, que viene promoviendo el referendo para una nueva reelección presidencial, en entrevista con Semana expresó que “no es que el Presidente necesite de cuatro años más, sino que nosotros necesitamos cuatro años más de él”.
El Alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, propuso la disolución de la coalición uribista como salida a la crisis política, lo que no fue bien recibido, sobre todo por los conservadores que amenazaron con instalar tolda aparte con un propio candidato para la campaña de 2010, pero después se quedaron calladitos, quien sabe por qué razones. Según Restrepo, en términos electorales más le deben los parlamentarios uribistas al Presidente, que éste a aquellos. En esto tiene razón el Alto Comisionado pero su alusión de un monopartido uribista es algo democráticamente inconcebible.
Más que interesarse en otra reelección, en lo que realmente deben pensar y comprometerse los uribistas es en darle rienda suelta a los planes y estrategias de economía social. Hay que dejar gobernar al Presidente, no desgastarlo ni desgastarse con más reelecciones. El país clama la materialización de los derechos económicos y sociales. Desarrollo económico, trabajo justamente remunerado, educación, seguridad social, un máximo nivel posible de salud física y mental.
A moderar el discurso la senadora Piedad Córdoba. Puede ser altiva, enérgica si quiere, pero respetuosa.