Por: LUCY AMPARO BASTIDAS PASSOS
Es oportuno el lanzamiento del nuevo libro del Magíster Marco Antonio Valencia Calle, en momentos en que la Tierra está enferma, que tiene fiebre y reclama atención de quienes la hemos depredado, bajo la idea divulgada desde el paraíso terrenal, con la voz que dijo: ¡creced y multiplicaos, y dominad la tierra! Pero se nos fue la mano en la obediencia, pues ya somos 6200 millones de habitantes y hacia el 2015, habrán nacido 2000 millones más, que se alimentarán, vestirán y consumirán.
En este escenario, Marco Antonio Valencia invita en su libro "El profesor espantapájaros” a beber del esplendor de la Naturaleza, de la amistad entre los humanos y nuestros compañeros los animales, los árboles, los ríos y demás seres con quienes compartimos el planeta.
La narración se explaya por la rica región colombiana. Los protagonistas: un profesor, sus alumnos, y el entorno biodiverso, que es rescatado de la indiferencia. A través de preguntas y respuestas nos lleva a recorrer los Parques Naturales, la diversidad cultural y algunos mitos y leyendas. Los niños tienen nombres de cuentos infantiles, cubiertos de ternura y evocación. Cada respuesta del ‘profe’ a sus alumnos, es una pequeña historia que encanta a los niños, como en los cuentos de hadas.
Al leer el libro fue inevitable recordar a mis profesoras en la primaria, cuando nos enseñaban ciencias naturales, pintando dibujitos de la casa, que siempre tenía plantas en el jardín, árboles y ríos, con pajaritos volando y el azul del cielo sin contaminar. ¡Qué inocentes estábamos de lo que iba a venir!
Por otra parte Valencia, muestra el peligroso comportamiento humano hacia la Naturaleza, fruto de la mala educación endosada desde la academia. Entonces con fantasía prueba formas distintas de enseñar, similares a la idea del suizo Jean Piaget, que decía que el aprendizaje es activo, que es justo el énfasis del Profesor espantapájaros, que cuenta a sus alumnos, la aventura de su vida junto a su padre Guardaparques, y la transmite a los niños del colegio, educando los sentidos hacia la admiración de la belleza y el conocimiento de la Grandeza de la Tierra, pues solo educando los sentidos se la respeta.
Otro tema de especial importancia que plantea el autor, casi al final de su obra, es cuando dos grupos quieren llevarse la flauta de Hamelin, y para definirlo, pretenden hacerlo por la ley del más fuerte, pero un niño ve inconveniente tomar el camino de los golpes y la violencia, y deciden enfrentarse con argumentos y conocimientos, apaciguando los instintos de rudeza. Esta trama es relevante, en épocas de adultos belicosos, donde una generación le hereda a la siguiente, sus creencias y convicciones.
Y es que ‘somos peligrosamente ignorantes de nuestra propia ignorancia’, y de la utilidad de modificar este mundo que va al revés, que ya está cobrando su precio. Sin duda urge una nueva ‘revolución tecnológica’, de lo contrario la voz de Gonzalo Arango no cesará en nuestros oídos: ‘La tierra reverdecerá sin nosotros’.
Valencia en esta corta obra plasma su personal estilo, que es muy suyo, como el de sus anteriores libros y columnas de opinión. Con la magia religiosa de la poesía, con imágenes sencillas, carentes de dramatismo, luce como si fuera la primera vez, ‘la belleza de lo no advertido’.
Su narración tiene peso académico por la profesión misma del autor, y es válido, pues es didáctico y lúdico. Descubre que el conocimiento es alegre, no una tortura. Afina con originalidad el recurso expresivo, en forma agradable y divertida, deja un sabor dulce del aprendizaje.
El libro de Valencia es una apreciable conquista, una aventura de los sentidos en medio de la actual incomprensión y barbarie. Es una reverencia a la Naturaleza; sin hipocresía se inclina ante los animales y los ríos, en una sociedad despiadada que ya no reverencia nada, y nos lleva a abrigar la esperanza de ajustar el desequilibrio ocasionado.
El libro de Valencia es una apreciable conquista, una aventura de los sentidos en medio de la actual incomprensión y barbarie. Es una reverencia a la Naturaleza; sin hipocresía se inclina ante los animales y los ríos, en una sociedad despiadada que ya no reverencia nada, y nos lleva a abrigar la esperanza de ajustar el desequilibrio ocasionado.
Este libro será de gran importancia en la educación juvenil, y en el acercamiento a la lectura a través de la cuentería, sistema infalible para llegar a los niños de todas las edades.