POR: Diógenes Díaz Carabalí
“Tobito” se ha disfrazado desde 1958 en San Pedro, aunque los años con sus calendarios amañados, que para él van de San Pedro a San Pedro, le hayan hecho olvidar cuándo fue la primera vez que se disfrazó, no tanto para divertir a las gentes, sino para él divertirse, bailar San Juanero y tomar aguardiente, “porque al que le gusta le sabe”, dice.
“Tobito” se ha disfrazado desde 1958 en San Pedro, aunque los años con sus calendarios amañados, que para él van de San Pedro a San Pedro, le hayan hecho olvidar cuándo fue la primera vez que se disfrazó, no tanto para divertir a las gentes, sino para él divertirse, bailar San Juanero y tomar aguardiente, “porque al que le gusta le sabe”, dice.
Es decir que “Tobito” se ha disfrazado en los cincuenta San Pedros de La Plata, o mejor, del Huila, y lógico, de Colombia, de lo que le ha dado la gana, muchas veces por propia iniciativa, otras tantas con la complicidad de la célebre doña Jobita, o los Ribera, tal vez porque a ellos les da pena hacerlo, o porque como en el caso del Largo Nieto, no necesitan disfrazarse. “Tobito” ha sido el presidente Lleras, astronauta, gobernador, alcalde, Fidel Castro, obispo, y el más simpático: monja.
Dice que este año va a disfrazarse de Piedad Córdoba, “y si me matan por eso que Dios lo permita”, me confía, porque su disfraz es una protesta contra algo, a sus 76 años está mamado de vivir esta patria que no le ha proveído Seguridad Social siendo un artista, y tiene que persistir alisando tablas en su ebanistería para conseguir la comida sin pedirle trabajo a los políticos.
El año que se disfrazó de monja fue el escándalo para las señoras de bien que no permitían la ridiculización de las religiosas y termino en el cuartel de la policía: “No es posible que “Tobito” ande por la calle enterrándose tamaños palos de aguardiente y mostrando sus vulgaridades cuando levantaba los pies”, dijeron las señoras; por tal la autoridad lo instó para que quitara su disfraz. Furioso porque le reprimían su libertad de celebrar San Pedro como se le antojara, se vistió de Gulumba —Gulumbas llamaban a las putas un tanto para dignificar su oficio, hoy las llaman fufurufas—. Las gentes celebraron la ocurrencia y manifestaban que “la monja se había puteado”. “Tobito” terminó la fiesta de minifalda y colorete y enseñando sus intimidades pelambrosas porque llevaba rotos sus cariocos.
¡Tobito ha sido siempre el Rey de la fiesta! Y así lo han coronado en múltiples ocasiones, “con coronas que no sirven para nada”. El disfraz que mejor recuerda es el del matrimonio con María Locadia (otro simpático personaje de la fiesta): “hubo consumación” con las comparsas y la ridiculización del Sanjuanero señorón, entonando con su voz poco apta coplas cojas que improvisa para reírse y ser feliz en San Pedro, cuando permite que todos lo llamen “Tobito”, “!Un Tobo en la vida!” porque su nombre real nadie lo recuerda.
Un 19 de septiembre de 1932 nació en La Plata un lindo niño al que llamaron “Tobito”. Perdón, tampoco sé su nombre ni me interesa averiguarlo. El hombre que nos ha hecho reír con sus disfraces y sus ocurrencias; al que no le importan los turistas ni el San Pedro como producto; “la fiesta es para el huilense, para gozársela, ¡Sin hacerle mal a nadie!”