miércoles, abril 16, 2008

Una cultura inhumana


por: Jaime Goyes Andrade

Ustedes qué pensarían de una persona que le pegue a su perro o gato, le eche vaselina en los ojos para que no pueda ver bien, le quiebre las costillas con costales llenos de arena, lo tenga sin comer nada durante una semana, lo chuze con unas varillas hasta que sangre y al final le meta una espada en su corazón hasta que muera… dirían que es un inhumano y lo denunciarían ¿cierto? … y entonces por qué nadie dice nada por las jornadas de toreo que se hacen en Colombia, en donde todo lo que dije al comienzo de esta columna y muchos más vejámenes lo hacen con los pobres toros. ¿Y quién denuncia?... respuesta NADIE, y por el contrario, son miles de personas las que acuden a las corridas para gritar y aplaudir por ver como masacran a un animal.


Sin son tan machos los toreros, ¿por qué no lo torean sin necesidad de hacerle tantas torturas?, obvio que al primer intento el toro mandaría lejos a su verdugo y no lo dejaría ni respirar… por eso le hacen tanto daño, para que cuando salga a la arena el animalito no pueda ni ver bien, ni mucho menos cornear al imbécil del torero.
Pero lo malo es que esta práctica asesina (no veo otra forma de llamarle) es manejada por las clases más altas del mundo, por eso es que a pesar de que existen numerosas asociaciones defensoras de los animales, nunca han podido evitar que se sigan haciendo en Colombia y en otros países.
La fundación Orquídea es una de las tantas que busca que las corridas de toro desaparezcan del país, pero hasta el momento no les quieren hacer caso, ellos dicen que en las corridas "al toro le profundizan su tortura que lo conducirá irreversiblemente a una lenta y humillante muerte, ejecutada por su verdugo el torero, llamado también "El Novio de la Muerte", engalanado en su traje de luces y con el consentimiento y aliento de un público ávido de sangre. Lo que sigue es un ritual colmado de crueldad, es una manifestación de sadismo masivo, acompañada de pasodobles y frenéticos aplausos: El picador lo hiere sin compasión alguna, introduciéndole una puya de 10 cm. de longitud, que al hundírselo en el cuello le desgarra los músculos produciéndole una intensa hemorragia…"


Ya en esta época no debería existir esa práctica, eso me recuerda al sadismo que vivieron los romanos cuando echaban gente a los leones y eso era su diversión, aunque acá no hablamos de personas, si hablamos de la forma tan vil y miserable como matan a un animal, el cual también siente, sufre e incluso llora por el dolor tan grande que le producen las grandes llagas que le deja el torero, eso si, antes de matarlo bajo los aplausos de un montón de desalmados.

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