De paso por la Ciudad Blanca me encontré con Don Quijote, andaba desconcertado y aturdido en una ciudad donde la anarquía vehicular y hasta el elevado tráfico rumores le hacían imposible encontrar un sitio en el centro histórico donde poner a descansar su sombra y su locura.
En un momento pensé, por la fecha y por su traje, que fuera Don Miguel de Cervantes Saavedra, y al preguntarle cuando lo vi, sentado en una banca del Parque Caldas,, si él era “El Manco del Lepanto” o el “Ingenioso Caballero de la Mancha”, me enseñó sus manos como aspas de molino y me dijo: “A veces siento una profunda aflicción por Don Miguel, porque la humanidad me conoce más a mí que a él, tanto que alguna vez, en la celebración del Día del Idioma, escuché noticias que yo era el autor de una famosa novela llamada “Miguel de Cervantes Saavedra”. -“ Cruel paradoja. Mire usted, Gabriel García Márquez y su obra Cien Años de Soledad tienen el mismo prestigio universal”. Se imagina usted que se conociera más al Coronel Aureliano Buendía que al propio Nobel colombiano?”.
¿Y sabe usted algo del Coronel?.- “Claro que sí, supe que promovió varios levantamientos armados y los perdió todos, rechazó de plano reconocimientos que le otorgó el presidente de la república y llegó a ser comandante general de las fuerzas revolucionarias, con jurisdicción y mando de una frontera a la otra. Era el hombre más temido por el gobierno y terminó su vida fabricando pescaditos de oro en las montañas de Macondo”.
¿A propósito, es usted amigo de la guerra?.- Soy pacifista. “Las armas tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida”.
Me permite decirle que lo veo triste. ¿Piensa quizás en la grave situación de Colombia? .- Tal vez no me haya leído: “Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres se sienten demasiado tristes, se sienten bestias”.
¿Por qué recibió el nombre de “Caballero de la Triste Figura”? .- Falacias: “La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre nada sobre la mentira como el aceite sobre el agua”.
Tomándolo del brazo fuimos hasta una cafetería. En el diálogo le anoté que el Comandante Hugo Chávez Frías dijo en la ONU que George Bush era el diablo. Me remitió a “El Quijote” .- “Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno”.
¿Se refiere a Obama?. “Me abstengo de opinar”.
¿Le escuché que Popayán es una ciudad inundada de consejas? .-Claro que sí, es evidente, -señaló-,lo mismo ocurría en Alcalá de Henares, Valladolid y Roma a finales del siglo XVI. Asuntos del poder. No siempre la política se asume objetiva y científicamente”, por eso dije: “Es tan ligera la lengua como el pensamiento, que si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua”. “En Popayán, entiendo, hay personas doctas e idóneas en esta clase de conductas”.
¿Cómo se define, en pocas palabras? – “Don Quijote soy, mi profesión la de caballero andante. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil”.
Cuando le pregunté si deseaba conocer su tumba en “La Ciudad Blanca”, asistir a las celebraciones del Dia del Idioma, a una entrevista para la radio o dialogar con un miembro de la Academia de la Lengua, miré a mi alrededor y había desaparecido. Quedó en la mesa de la cafetería un tinto a medio comenzar y en una hoja una frase propia para el 23 de Abril: “La lengua se hace en los caminos, los atajos y en las calles y no en los recintos de las academias. Creada la palabra, los filólogos le colocan el rótulo”.
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