lunes, diciembre 01, 2008

Las plagas del Cauca

EL ESPECTADOR
30 Nov 2008 - 10:47 pm
La región se encuentra seriamente afectada

Por: Diana Carolina Durán Núñez / Enviada especial

En las últimas semanas, este departamento ha concentrado todos los problemas que aquejan al país. Sus pobladores demandan soluciones urgentes, efectivas y permanentes.



Aunque hace dos semanas en Cauca hubo júbilo por tener nuevamente, luego de 44 años, una reina nacional de la belleza, el comentario que se escucha por las calles de los diferentes municipios del departamento, luego de múltiples avalanchas, vías cerradas, ríos desbordados, pirámides estafadoras y un volcán que aisló por completo a toda una región, ya no es de alegría. Es de desazón. “No tenemos reina, sino faraona”, dicen los caucanos para manifestar lo que sienten: que las siete plagas abandonaron Egipto y hoy reposan en las entrañas de su departamento.

Este último mes no ha sido nada fácil para esta zona del suroccidente. El pasado 11 de noviembre, la Superintendencia financiera ordenó el cierre inmediato de la empresa Proyecciones DRFE, en la cual, según cuentas oficiales, unos 35 mil habitantes invirtieron alrededor de 300 mil millones de pesos. Para tener una idea de la dimensión de esta cifra, equivale a las tres cuartas partes del presupuesto con que contó todo el departamento en 2008. Al pánico que cundió entre los pobladores, cual efecto dominó, se sumó la erupción del Volcán del Huila una semana más tarde.

El fenómeno geológico dejó a la comunidad de Belalcázar, casco urbano del municipio de Páez (oriente caucano), totalmente incomunicada del resto del país. Los sistemas de alarmas funcionaron y en esta ocasión, a diferencia de la avalancha de 1994, en la que murieron cerca de 1.200 personas, hasta la fecha sólo se ha registrado diez personas muertas. Es un parte que llena de orgullo a los organismos de socorro, a los pobladores y a las autoridades. No obstante, la avalancha del río Páez dejó una vez más en evidencia una necesidad imperante del área: la reubicación de sus residentes.

Pero no se trata sólo de estos infaustos eventos. Los problemas estructurales del narcotráfico, con la amenaza latente de una posible alianza entre Los Rastrojosy el Eln; el conflicto, marcado por la huella que dejaron las autodefensas en la zona y por la permanencia de las Farc; la pobreza, que aún se cuela en la mayoría de los municipios; y la lucha indígena por tierras, que enfrenta a todos los sectores de la región, son sólo otros elementos que se agregan en este turbio panorama. Son las siete plagas que, como constató El Espectador, hoy constituyen un castigo para la región.

1. Inundaciones en Timbío y El Tambo
Varios de los habitantes de Timbío, municipio localizado al sur del Cauca, han tenido que pasar las últimas noches en la Casa de la Cultura. Esta construcción, así como las escuelas, se convirtieron en el albergue de decenas de habitantes, como los que viven en el sector de El Bolsillo, a la orilla de la quebrada Pueblo Nuevo, que ya se ha desbordado en varias oportunidades. El agua, que se metió hasta las casas y despertó a sus moradores, produjo en ellos un sobresalto como si un ladrón hubiese irrumpido en sus hogares a medianoche.
Pero un ladrón poco sigiloso. Los habitantes ya saben que el río se va a crecer cuando ramas y troncos empiezan a desfilar por su corriente y los juncos empiezan a crujir. A una hora de Timbío, sobre la vía al municipio de El Tambo, el agua tampoco fue discreta a la hora de causar estragos. En la vereda El Charco, Fausto Arciniegas se despertó el pasado miércoles y, por primera vez, contempló que el invierno era una riesgo que pendía sobre su cabeza y amenazaba su seguridad y la de su familia. El agua se había llevado gran parte del terreno sobre el que está ubicada su casa, en la que vive desde hace 12 años.
Don Victoriano, un hombre de 82 años, habitante de Timbío desde 1978, expresa que a su casa ningún funcionario público ha ido a visitarlo. Aunque, aclara, tampoco ha pasado nada grave en su hogar. “Claro que yo me muevo de aquí, pero después de que me digan para dónde...”, indica el anciano. A cinco minutos de su hogar vive Gloria García, quien exclama que aunque vive en este pueblo desde hace 20 años, con las inundaciones como un problema permanente y propuestas siempre en el aire, nunca se ha hecho nada concreto. “Todo el tiempo dicen que lo van a solucionar –afirma– y nada”.
Durante todas estas noches, la única pertenencia que los habitantes de Timbío han podido sacar de sus casas cada vez que el río amenaza con arrastrarlos son las cobijas para dormir. “Nunca se había subido el agua tanto. Nos dicen que si hay avalancha se va medio pueblito”, exclama Luz Marina Quintero, una recicladora de El Bolsillo.
“Este pueblo se construyó con la politiquería, por eso hay tantas casas en riesgo. Además, la gente abusa del cauce del río”, señala un funcionario de la Defensa Civil de Timbío. Uno de los mayores dolores de cabeza que provocó este invierno (que ya dejó unos 700 mil damnificados en todo el país), según cuentas de la Gobernación, es la pérdida de $100 mil millones por los cultivos de café que destrozaron las lluvias y que desestabilizará el panorama financiero del próximo año.

2. Belalcázar, sitiado por el volcán
Desde que el volcán del Huila hizo erupción el pasado 20 de noviembre, Belalcázar, el casco urbano del municipio caucano de Páez, se encuentra en el más profundo aislamiento, pues los tres puentes que lo conectan con el resto del departamento y con Huila fueron derribados por las aguas furiosas del río Páez, las cuales se mezclaron con la lava y produjeron una montaña de lodo que llegó a Belalcázar con una velocidad de 80 kilómetros por hora. Desde ese jueves, el invierno se convirtió en el principal enemigo de esta población de 2.709 habitantes (28.000 más viven en las zonas rurales).

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