lunes, diciembre 01, 2008

LAS PLAGAS DEL CAUCA III

La región se encuentra seriamente afectada
Las plagas del Cauca III
Por: Diana Carolina Durán Núñez / Enviada especial


4. La pobreza en la que vive Villa Rica
La realidad de este municipio contrasta abismalmente con el nombre que porta. Hombres y mujeres apostados en las puertas de sus casas, jugando cartas o dominó a plena tarde, es la mejor muestra de la escandalosa cifra de desempleo que, según la Alcaldía, ronda por el 30%. Aunque no ocupa un lugar relevante en cuanto a la recepción de desplazados, sus habitantes sí se quejan de cómo por la llegada de personas afectadas por la violencia están proliferando las invasiones de terrenos. Y se quejan porque, si casi no hay trabajo, con tantas personas necesitadas las posibilidades de conseguirlo se reducen aún más.
Barrios como Villa Ariel dejan ver que en esta localidad todavía hay muchos asuntos por resolver para que sus habitantes gocen de condiciones de vida dignas. Por sus calles, cubiertas por los barrizales que deja el invierno a su paso, desfilan perros, gallinas y vacas, los cuales se alimentan en los pastizales de los lotes que aún no han sido ocupados. Ese lodo, que cubre las camisas y los pantalones de los niños que corretean por este deprimido sector, recuerda que el pésimo estado de las vías es la primera queja de los residentes de este lugar.
Un poco más de la mitad de este pueblo se encuentra sin pavimentar. Según el alcalde, Ariel Aragón, el 17% del presupuesto municipal está comprometido con deudas de administraciones anteriores, por lo que las nuevas propuestas de inversión están atadas desde el principio. La mayoría de la población es afrodescendiente, tanto así que su escudo oficial es una remembranza de los escudos de los bantú, una tribu africana. De igual manera, la mayoría laboran en municipios aledaños, como Santander de Quilichao y, especialmente, Cali.
“¿Qué quiero para el futuro?”, se cuestiona Ofelia Joboa, una humilde empleada del servicio que habita en esta región. “Quiero que mis hijos puedan salir adelante. Que haya trabajo para nosotros. Que pueda terminar mi casa, que está a medio hacer”. “Es que aquí hay demasiadas necesidades”, expresa un lugareño al que conocen como Cacharro, el cual trabaja “en lo que salga”. Como él, son muchas las personas que viven del rebusque, porque sus opciones laborales son bastante limitadas.
En Villa Rica no hay abundancias para compartir, sólo carencias. De sus 13 mil residentes, unos 1.200 son corteros de caña, que se vieron bastante afectados con el paro que se vivió hace poco y que tienen las mismas condiciones laborales deficientes que en ese momento reclamaron cerca de 10 mil trabajadores. Finalmente, son los mismos caucanos los que encontraron una particular expresión para referirse a este municipio: “El pueblo de las dos mentiras. Ni es villa ni es rica”.

5. Las tierras que reclaman los coconucos de Poblazón
Poblazón es una vereda que se encuentra a unos 45 minutos de Popayán. La separa de la capital del Cauca una carretera a medio pavimentar, y el territorio, según cuentan los propios indígenas, es un resguardo colonial fundado desde 1744, en el que viven 250 familias de su etnia.
Esta comunidad cuenta con un terreno de unas 2.700 hectáreas. Sin embargo, consideran que no es suficiente. Reclaman que la población está creciendo, que de esa cantidad sólo 1.550 hectáreas son habitables porque el resto son terrenos cenagosos o sagrados, y que les han arrebatado otras 700. Por todo eso, dicen que no se compensa la pérdida de lo que alguna vez les perteneció.
Los coconucos señalan al ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, como el primer opositor a su petición de más tierras. “Es que no pedimos más tierras sólo para nosotros. Es para todas las comunidades indígenas del país”, expresan los hombres del cabildo y del consejo de mayores, mientras recuerdan que el país entero, durante siglos, fue únicamente de los nativos.

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