lunes, febrero 11, 2008

PENAS Y GLORIAS DE UN PERIODISTA DE OPINIÓN

por: MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
Del Colegio Nacional de Periodistas del Cauca, capitulo norte, me invitaron a dar una conferencia sobre mis experiencias como periodista de opinión. Frente a un público de más de 50 periodistas de 6 municipios, comenté las persecuciones laborales de las que fui objeto en el gobierno del ex gobernador Floro Tunubalá por mis comentarios a la manipulación de sus asesores; al chantaje intimidante que me quiso someter una ex secretaria de educación de apellido Collazos, si no escribía mentiras a su favor después de denunciar su ineptitud; de las amenazas de muerte a través de un email que me enviaron del gobierno del ex alcalde de Popayán Víctor Ramírez por denunciar su indiferencia frente a los vendedores ambulantes; de la indelicadeza de un presidente de la Junta Pro Semana Santa de Popayán, que me negó la acreditación para ingresar a un evento académico sobre cofradías que iba a cubrir para Semana.com, y otros nueve medios de comunicación para los que escribo.
Para concluir diciendo que nunca he sido acusado de injuria, ni de calumnia, ni de mentiroso, lo que me ha permitido acrecentar mi valor moral como periodista de opinión e ir ganando respeto y buen nombre. Se me olvidó comentar que un día como reportero de televisión, la belleza de director que tenía, un tipejo de apellido Osorio, puso a mis espaldas un teniente del ejército como camarógrafo, y sin misericordia puso en peligro mi vida enviándome a entrevistar a sindicalistas, defensores de derechos humanos y guerrilleros.
Pero así mismo, hablé de algunos momentos especiales que he tenido en este oficio, y de las ventajas de pertenecer a un gremio como el Colegio Nacional de Periodistas; pues gracias a esta vinculación en mi periplo por España, Francia y Portugal, fui atendido de manera privilegiada y fui invitado a ferias, exposiciones, museos, conciertos, plazas de toros, centros turísticos, deportivos y eventos especiales, como a un cóctel con la Reina Sofía de España con ocasión de la entrega de un premio literario.
Agradezco a la administración municipal de Santander de Quilichao y a todos los colegas del norte sus deferencias y la invitación a compartir con ustedes el día del periodista. De esta experiencia solo me quedó un lunar, resulta que al final, en la terminal de Transporte, se me acercó una mujer a pedirme una moneda para enterrar a un pariente, y con indiferencia y prevenido frente a tanto avivato, le negué mi ayuda; pero la verdad, es que en la conciencia me sigue bailando la duda y no he podido dormir bien. ¿Será verdad que esta señora, tanto como los periodistas, resolverían su problemas, y podrían enterrar sus males, con una moneda de más?, ¿O el problema de la prensa en Colombia y de la señora que pide monedas en Santander es más de fondo…?

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