sábado, febrero 23, 2008

Huecos

COFRADÍA
Por: Alexander Buendía Astudillo

En la más reciente edición de la revista El malpensante (la No. 83), Andrés Hoyos escribe un corto editorial que titula “Mis primos hermanos”; en él hace referencia al deplorable estado de algunas calles bogotanas gracias a los huecos que éstas tienen. Mientras leía aquel texto no dejaba de preguntarme qué hubiese escrito Hoyos si transitara por las calles de Popayán, seguramente habría pensado que toda su familia se vino para acá.
Lo cierto es que las calles de nuestra ciudad están en condiciones lamentables, hay pocas (poquísimas) que se salvan, pero, en general, están agrietadas, ahuecadas, sin señales de tránsito, algunas sin drenaje que valga la pena y muchas con lodo excesivo por culpa de los huecos y la lluvia, combinación, por decir lo menos, peligrosa.
Poco antes de cada Semana Santa todo parece cambiar, muchas obras se ponen en marcha para embellecer la ciudad: se tapan los huecos (especialmente los de las calles por donde pasan las procesiones, ¿será para que los cargueros no se tropiecen y caigan?), se reparan los andenes y se pintan las fachadas (para que los turistas puedan caminar y nos sigan viendo como la Ciudad Blanca). Pero, la verdad, todos sabemos por experiencia, que estos arreglos son apenas temporales, meses después reaparecen en las calles las grietas, y ellas luego se convierten en huecos y algunos de éstos, con el tiempo y el trajinar de los vehículos, terminan siendo verdaderos cráteres.
¿Cuándo será que dejaremos de ver los pavimentos inestables, las grietas crecientes y los huecos profundizándose? ¿Qué hacer para cambiar la historia que se repite año tras año? ¿Cómo darle otro rostro —más duradero— a las calles de Popayán? Hoyos dice en su texto que los huecos son el acné de la ciudad, el problema de la nuestra es padece de un acné crónico desde hace años y hasta ahora no ha habido fórmula para curarlo.
En todo caso, y tal vez esto es lo peor, después de tantos años ya nos hemos acostumbrado a ver así nuestras calles: irregulares, llenas imperfecciones y con remiendos mal hechos, con espejuelos de agua constantes en estas épocas de lluvia que hasta un tono romántico le dan a la ciudad que se refleja en los charcos que aparecen en cada esquina después de un aguacero.
abuendia@unicauca.edu.co

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