jueves, abril 05, 2007

La muerte del cristo en Popayán

La muerte del cristo en Popayán

.(Parodia)

Por: Álvaro Jesús Urbano Rojas

Por la gracia de Dios, Jesús de nuevo encarnó en la tierra, hizo su apostolado en Popayán, la Jerusalén de América. Desde los 33 años fue su vida pública, pero a nadie le cabía en el caletre que en pleno siglo XXI, alguien se creyera hijo de Dios y se arrogara para sí el derecho a perdonar pecados, sanar enfermos y resucitar muertos. En un complot urdido por sus enemigos le montaron una celada. Ese día al presentir que su hora estaba cerca; dispuso una cena en casa de un amigo en la Vereda de Torres. Los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la cena con tostadas y vino cherry de cerezas, hubo también tamales y empanadas de pipían. Bendijo el pan y el vino y los dio en señal del nuevo pacto. Finalizada la cena, fue a orar al cerro de las tres cruces, vino entonces Judas, uno de los doce de su banda, con él mucha gente y policías armados de fusiles y pistolas nueve milímetros, lo capturaron por el denuncio penal que los principales sacerdotes y políticos ultra-godos de la ciudad habían formulado ante la fiscalía. El que le entregaba se había sometido previa recompensa a rebaja de pena y sentencia anticipada, les había dado señal, diciendo: Al que yo bese, ése es; échenle mano. Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: !! Chao, Maestro! Y le besó. Entonces se acercaron unos detectives del CTI, con boleta de captura lo prendieron. Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó una bayoneta, le bajo una oreja. Jesús se la repuso y recriminó. No se puede hacer la paz con la guerra y ordenó: vuelve tu arma a su lugar; porque todos los actores armados, con el fuego de sus armas perecerán.

Decían: Es un subversivo narcotraficante, debe ser extraditado. Entonces lo torturaron para que develara a toda su banda, le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban. Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los políticos religiosos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, movilizaron a las comunidades indígenas y campesinas y para presionar se tomaron la carretera panamericana. Una vez en pie delante del fiscal; en la diligencia de indagatoria éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el seudo Mesías que busca el poder por medios revolucionarios, con el cuento del amor y dejarse golpear la otra mejilla? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. Y nada más respondió. El fiscal entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús guardó silencio; de tal manera que el Fiscal se maravilló mucho. Ahora bien, por la ley del perdón y reparación debo dejar el libertad a los que se sometan a la justicia, y entreguen sus armas. Siempre he entregado el Amor que es mi única arma dijo Jesús. El fiscal ante la suplica de su esposa, se negó a tramitar su extradición.

Entonces lo secuestraron y lo entregaron a los paramilitares, arguyendo que era un peligroso sedicioso. Caminó su calvario por altas montañas, una vez en presencia del comandante citó al pueblo y los conminó: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: !!Sea dado de baja! Y el comandante, les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Ellos gritaban aún más, diciendo: !!Sea dado de baja! Viendo el Comandante que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos, delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá Ustedes. Y respondiendo a todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre ustedes, y sobre sus hijos. Habiendo torturado a Jesús, le entregó para ser fusilado. Entonces llevaron al pretorio; le quitaron su túnico blanco, le pusieron frac y una banda presidencial con espina de cactus e hincando las rodillas delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Viva el presidente, el enviado de Dios, el Mesías! Y escupiéndole, le golpeaban en la cabeza. Después lo llevaron para fusilarle. Él los miraba con desden, más ellos con alacridad, pusieron: “Jesús redentor de los colombianos” Entonces lo fusilaron con dos ladrones un paramilitar a la derecha y una guerrilla a la izquierda. Como testimonio para perpetuar en el tiempo el más vil de los asesinatos. Aún lo sacan en procesión. Nunca entendieron que al tercer día resucitó. E ahí el misterio de su gloria.




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