jueves, enero 18, 2007




Horacio Dorado Gómez

Popayán sonora ciudad



Popayán altar de la patria, sonora ciudad, en donde se hallan enclavadas lápidas que honran la memoria de quienes emplearon sus vidas al servicio de la patria.

De aquellos que de manera protectora sobresalieron del nivel común para dar lustre y nombre al suelo nativo. Por doquier hay placas con inscripciones de grandes servidores de la república: la milicia, el foro, la tribuna, la cátedra divina, y la poesía. “Nombres de hijos de este suelo y de algunos de ellos cuya fama traspasó los mares cuya gloria es patrimonio, no ya de un pueblo sino de una raza”.

Al pasear la vista por todos esos sitios nuestro fisgoneo ávido de secretos y atento a los detalles me ha servido para dar un bosquejo del carácter muy diferente al que muestra el corazón de la ciudad donde dejamos un poquito de nuestros sentimientos.

A esta ciudad colmada de títulos, ya no se sabemos ni como llamarla de tantos nombres que nuestra rica lengua la hizo extensa: “Ciudad de Pubenza la india del romance; de Belalcázar el sin par fundador; de Caldas el sabio mártir; de Torres el jurista de la independencia; de José Hilario López el justo libertador; de Valencia el altísimo poeta; la Culta de Otto Morales Bení­tez “.

Es ella, la ciudad, con nombre de cacique de indios: Popayán. En donde el concepto de aristocracia colonial se guarda en las suaves ondulaciones y entre las lomas que la coronan al oriente. Señalándola desde un cerro tutelar se levanta la estatua del conquistador y fundador de Popayán que trae el nombre de Sebas­tián de Belalcázar.

Entre sus primitivas diez y seis calles y quince transversales, estrechas y rectas que una de ellas es llamada del ´Cacho´ por faltar a esta regla, guardaron por largos años en sus rincones los símbolos de la historia y de su alma. Popayán fue la ciudad para los aforismos, para los poetas, y continúa siendo la ciudad para el estudio. Ciudad colonial, no sólo por cuanto significa en el sentido histó­rico, sino también por el sentido filosófico de ese adjetivo. Al cumplir 470 años, Popayán goza de nue­vas virtudes que la hacen digna de otros tantos títulos: Ciudad turística, Jerusalén de América, ciu­dad universitaria y del conocimiento, ciudad gastronómica, ciudad blanca, ciudad de paciente arquitectura.

Civilidad: Preservar la legendaria ciudad

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