jueves, abril 09, 2009

¡!!!!!!!MATARON A GAITAN¡¡¡¡¡

Pablo Emilio Obando Acosta
(En los 61 años de su magnicidio)


Mataron A Gaitán, Mataron al negro, ¡!!Al mestizo¡¡¡¡¡¡ Esos fueron los gritos de la turba enardecida en aquel trágico viernes 9 de abril de 1948. Era la una y cuatro minutos de la tarde, nada presagiaba que sobre la ciudad de Bogotá se cerniría en pocos minutos una tragedia que aun después de sesenta años no se ha podido apagar. Gaitán, el líder liberal, el disidente fundador de la UNIR –Unión nacional Izquierdista Revolucionaria- que interpretando los sentimientos del pueblo colombiano levantó su voz y su bandera de lucha en contra de las oligarquías colombianas. Con su lema “el hambre no es liberal ni conservadora”, aglutinó las clases populares de los colombianos que cansados de las masacres y de la violencia pedían para el país la restauración moral.
Gaitán el líder, caudillo y revolucionario que movió las masas para defender sus propios derechos. A la una y cuatro minutos de la tarde hace sesenta años caía abatido por las balas fratricidas de Roa Sierra. Pero detrás de esas balas se escondía la decisión de una clase política y de una oligarquía que veía en sus planteamientos doctrinarios un peligro para sus intereses de clase. Para Gaitán las castas liberal y conservadora son la misma cosa para el pueblo que las padece.
Nacido en un hogar humilde, hijo de una maestra de escuela y de un librero que jamás se imaginaron que en el barrio de las cruces y en el Egipto crecería ese ser llamado a ser la nueva conciencia de los colombianos.
La hegemonía conservadora había llenado al país de sangre hermana, los cortes franela, las masacres y las desapariciones eran cosa de todos los días. El pueblo liberal y el pueblo conservador se desangraban en una lucha fratricida que era atizada por las clases poderosas que usufructuaban el poder político y el poder económico.
Para ese entonces Colombia tenía una población de once millones, el 52% vivía en la zona rural y el 48% en la zona urbana. La industria era incipiente y a duras penas se contaba con la infraestructura suficiente para una precaria producción nacional. 3 millones de colombianos padecían y morían de enfermedades comunes debido a la escasa atención primaria y a la ausencia casi total de hospitales y centros de salud; un millón y medio de niños y adolescentes no tenían acceso al aparato educativo estatal; Colombia iba a la cabeza en muertes generadas por causas relacionadas con la desnutrición y el paludismo.
En ese contexto surge la figura del caudillo Jorge Eliécer Gaitán. Desde sus inicios denuncia la existencia de dos colombias: la política y la nacional. La primera conformada por las castas que se lucran del trabajo del obrero y del asalariado pobre y de la clase media, los oligarcas que atizaban el odio bipartidita en su animo apatrida de usufructuar en el negocio de la violencia y de la muerte. Y el segundo, el país nacional, integrado por los descastados que a duras penas lograban con el sudor de su trabajo lo escasamente necesario para sobrevivir en nuestra patria colombiana. Proclamaba acertadamente Gaitán que los unos lo tienen todo y no les importa sino mantenerse en el poder para controlar a las masas a través de la usura y el endeudamiento con las cajas de ahorro. Pero la voz de Gaitán se oye imperiosa cuando denuncia la masacre sufrida por los obreros de barranca y en la zona bananera en el año de 1928 cuando el ejército colombiano arremete contra los trabajadores ante su justa lucha de reivindicación económica y laboral. Es ahí cuando expresa Gaitán que el gobierno colombiano tiene el fusil levantado contra el pueblo colombiano y la rodilla incada ante el oro yanqui.
Gaitán logra aglutinar al pueblo colombiano ante sus tesis y sus planteamientos políticos. Para el año de 1948 era el jefe absoluto de las huestes liberales y el seguro presidente de la republica en el 50. Pero tres balas cortan su meteórica y brillante carrera política. Tres balas que aun retumban en la conciencia de los colombianos y que significaron la desesperanza para el país nacional que veía en él al conductor natural de sus pretensiones sociales.

Después de sesenta años Gaitán vive, en el pueblo que no lo ha olvidado, en su doctrina que es la doctrina de los grupos políticos de avanzada, en el país nacional que aún no logra ascender en la escala de los valores que deben identificarnos como nación civilizada. Detrás de Roa Sierra se ocultaban fuerzas poderosas que odiaban a Gaitán y sus planteamientos políticos. La mano oscura de fuerzas reaccionarias, oligárquicas y extranjeras tejieron su muerte para tratar de silenciar la voz de Gaitán en su intento de detener para siempre la revolución en marcha; pero como siempre ocurre en casos como este, la voz de Gaitán se escucha en el siglo xxi con mayor fuerza y nos corresponde a los colombianos de hoy hacer realidad los planteamientos doctrinario del negro, de Jorge Eliécer Gaitán

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