domingo, abril 19, 2009

Espacios para saludables encuentros






Por Marilú Quintero García

No es una utopía desear que los jóvenes, adultos y ancianos pudiesen caminar libremente por las calles de la ciudad y gozar del entorno. Solazarse con el encuentro de los otros o de las otras, así sea con la simple aceptación de sus miradas; agudizar o distraer el conocimiento con la lectura de un libro, leer un periódico, o dialogar en la banca de un parque resulta agradable, no sólo para quebrar la monotonía citadina sino para fortalecer los lazos sociales como seres humanos. Si los hombres y mujeres somos por antonomasia seres sociales, los espacios abiertos deben convertirse en lugares para el crecimiento permanente de la fraternidad.

De alguna manera los parques deben ser una estrategia para responder a la arquitectura mal llamada moderna, donde el aislamiento familiar en muchas ocasiones se parece a los encierros monacales, clausuras y recogimientos, con las consecuencias de índole sicosocial generadoras de insolidaridad, promotoras de ambientes hostiles, opuestos y repulsivos, que descartan cualquier asomo de establecer lazos comunes, capaces de romper los entramados de un sistema socioeconómico donde los seres humanos sólo existen para la producción y el consumo.

Tanto más si las ciudades fueron invenciones para congregar poblaciones y superar el aislamiento geográfico, convirtiéndose en zonas para el goce de las cosas comunes, el disfrute de los servicios públicos, el intercambio de experiencias, el fortalecimientos de los valores religiosos, artísticos, ambientales y, fundamentalmente, para resolver comunitariamente las necesidades vitales de la sociedades.

Volver por el rescate de los sitios urbanos de esparcimiento colectivo debe ser una prioridad gubernamental, para ponerle corazón a la planeación social, para que la arquitectura paisajista tenga quienes la disfrutes, quienes la vean, quien las dialoguen, quienes la conserven, pero, sobre todo, quienes la defiendan como espacio público de todos y de todas, para que ingresar a ellos signifique el disfrute de lo público con seguridad y complacencia.

En Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea los parques son sitios para la salud, el deporte, la creación artística, el encuentro familiar y los rituales sociales y festivos patrios.

En nuestro medio tenemos la magia tropical que otros continentes carecen, magia seductora que todavía no valoramos por la tendencia catastrófica que solemos poseer en el momento de valorar lo muestro y el propio futuro.

Qué bueno sería que una alianza estratégica del Gobierno Departamental del Cauca y la Alcaldía de Popayán abriera la oportunidad para rescatar los parques existentes y crear nuevos sitios para el fortalecimiento de la vida social y la fraternidad en el entorno periférico de nuestra ciudad.


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