martes, enero 11, 2011

Ritual de la pintada de negros



por Gisela Delgado Tejada

Cómo nació la tradición del día de los negritos celebrados todos los 5 de enero en Popayán; se escuchan muchas versiones acerca de su origen, su celebración se legitimó en el tiempo, se ha usado desde las tintas vegetales hasta el común betún negro, en la memoria de muchos queda el recuerdo de ese saludo colorido que se depositaba en la mejilla y que llevaba implícita la cortesía y hasta el cortejo, con el transcurrir del tiempo se desconfiguró el ritual y se olvido su origen.

Lo cierto es que este ritual conocido como la pintada de negro, es un ritual practicado por la comunidad Naza, según los mayores de esa comunidad éste ritual nació al castigar al hijo de la piedra, quien ayudó a reformar la tierra, éste después de acabar su tarea empezó a violar las mujeres, la comunidad lo castigo, y el dejó la sentencia de: “Como soy tierra estaré enfermo y ustedes me han de aliviar”. En mi nombre harán una fiesta en la que se teñirán de negro su cuerpo, como símbolo de fecundidad, alegría, pero también de "Problemas". Sino celebran el día de los negritos yo moveré mi pie derecho y la tierra se moverá.

El día de los negritos era un día de fiesta requería guarapo y comida, los jóvenes preparaban máscaras pintadas de negro, y pintaban o tiznaban a los participantes, los que no se dejaban pintar eran perseguidos y pintados a la fuerza.

Años después vemos que las fiestas de reyes han cambiado, dejaron de llamarse fiestas de negros y blancos, nombre que se atribuía al color de los reyes magos, para transitar por la fiesta del agua, el juego con el agua desplazó el uso del betún y de los talcos, hasta llegar a convertirse en una fiesta amorfa sin identidad cultural, se suma a esta deformidad la falta de organización y de un equipo que trabaje en la reconstrucción de tradiciones, esta fecha permitiría a los artesanos demostrar sus habilidades y a través de las expresiones artesanales darle consistencia a una celebración que cada año responde a la imaginación transitoria del gobernante de turno y no a un trabajo serio que convoque no solo a los lugareños, sino que se incorpore a la cultura y el turismo, claro está que esto necesita dinero.

Los resultados son evidentes, ya no se sabe que se celebra, hasta el punto que pareciera que la sentencia Naza se evidencia, el hijo de la piedra podría mover su pie derecho, cuando ve que las nuevas generaciones destruyen sin piedad el poco verdor que queda en las urbes de cemento.

En la columna del martes pasado se recrearon los cuentos escritos por el desaparecido escritor Jhoan Rodríguez Bravo, un homenaje realizado por Cristian Joaquí, y Manuela García en su quinto aniversario.

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